Aliados del éxito de los que nadie quiere oír hablar: #3 morder el polvo

Publicado por en Cambio personal, Ciencia y Management, Éxito.

Es una verdad tan evidente como en el fondo repudiada que el éxito, personal o profesional, es una tarea ardua y difícil. No solo porque cuesta sudor y lágrimas, sino porque los reveses de la vida hacen que a veces haya caídas inesperadas y dolorosas, de esas que hacen sangre. Ese tipo de derrumbes a los que nos referimos cuando decimos que alguien ha mordido el polvo.

Que la adversidad forma parte de nuestras vidas es algo no solo presentido, sino evidenciado por la ciencia. De hecho, un estudio ha mostrado que los seres humanos experimentamos, por media, unos ocho acontecimientos verdaderamente adversos a lo largo de la vida. Reveses que tienen que ver con pérdidas, enfermedades o complicaciones severas. Por tanto, la verdadera cuestión sobre la adversidad no está en intentar esquivarla, sino en cómo gestionarla.  

Lo que sabemos sobre la gestión de la adversidad nos dice que una persona que ha sufrido un infortunio puede, con su conducta, construir o bien puentes o bien muros hacia un futuro mejor. Y la diferencia entre ambas está, entre otras cosas, en una cuestión de actitud. Porque no solo es verdad que la resistencia a los impactos de la vida, eso que llamamos resiliencia, se puede aprender, sino que, más allá de ello, es posible salir fortalecido de casi cualquier circunstancia. Un fenómeno relacionado aunque no idéntico al que denominamos crecimiento postraumático.

“Si el triunfo y el desastre no te imponen su ley”, decía Kipling. Y “es preciso soportar con ánimo firme e igual, todos los eventos a que la fortuna condujere” había anticipado ya Boecio. Ser capaz de caer para luego levantarse, escupir el polvo del camino y seguir avanzando con la misma serenidad que, en otros momentos, se corona una cumbre, es un aliado imprescindible del éxito. Precisamente por lo incuestionable de la existencia del fracaso en nuestras vidas.

El éxito y el fracaso no son exactamente antónimos, porque no ocurren de la misma manera.  El éxito se gana con sudor y lágrimas, mientras que la adversidad es algo que simplemente ocurre, haciendo sangre. Por eso, en el camino hacia el éxito, hay que aprender a morder el polvo.

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