Turismo y Viajes

Persépolis, la desconocida capital del imperio aqueménida

    <i>El centro arqueológico más importante de Irán se sitúa a 57 kilómetros de la ciudad de Shiraz, en la provincia de Fars. </i>

    Jorge Barreno

    El autobús nocturno que une Yazd, la ciudad de las torres del viento, con Shiraz, la ciudad de los poetas, tarda poco. Hay 440 kilómetros de distancia por el desierto y las autopistas iraníes están en muy buen estado. Son las cuatro de la mañana y el autobús me deja en el arcén de la carretera 65, a un par de kilómetros de Pasargadae, la primera capital del Imperio persa aqueménida.

    Estamos a principios de octubre pero en la vasta meseta iraní ya hace frío. Los perros ladran. Un camionero, que me ve cargado con la mochila en dirección al pasado, me recoge y me lleva hasta la entrada de Pasargadae. El recinto arqueológico, declarado Patrimonio de la Humanidad en 2004, no abre hasta las ocho de la mañana. Los guardas de seguridad me invitan para que duerma en su caseta.

    La hospitalidad iraní es indescriptible. En ningún país del mundo me han tratado, jamás, con tanto cariño. Nunca había estado en un lugar que se pareciera menos a lo que creíamos que iba a ser. Pasa el tiempo y por fin puedo ver la sencilla, monumental y espectacular tumba de Ciro II, El Grande.

    Las ruinas de Persépolis fueron declaradas Patrimonio de  la Humanidad en 1979.

    80 kilómetros nos separan de Persépolis, la "Ciudad de Persia", una de las más prominentes del Imperio Aqueménida y, por ende, del mundo antiguo. La mejor forma de llegar es el 'savari', un coche compartido a modo de taxi, que cuesta entre tres y cinco dólares.

    El centro arqueológico más importante de Irán se sitúa a 57 kilómetros de la ciudad de Shiraz, en la provincia de Fars, al sur de Irán. Según los escritos, Dario I comenzó a construir un magnífico complejo palaciego alrededor del año 518 a.C., obra que se prolongó durante los 150 años siguientes, sirviendo como capital del Imperio Persa.

    En Persépolis es inevitable sentirse pequeño ante tanta  magnificencia.

    Las actuales ruinas de Persépolis constituyen un atractivo muy importante del turismo arqueológico y cultural de Irán. En 1979 fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, a pesar de que Alejandro Magno incendiara la magnífica ciudad en mayo del 330 a.C. en venganza contra el rey Jeries, que supuestamente destruyó Atenas pocos años antes.

    La Puerta de Todas las Naciones

    Entramos a Persépolis por la colosal Puerta de Todas las Naciones, también conocida como puerta de Jerjes. Con sus dimensiones monumentales -5,5 metros de altura-, es de inspiración asiria, y se compone de un hueco rectangular flanqueado por dos enormes toros alados con torso de hombre, denominados 'lammasus', considerados como figuras protectoras.

    Es inevitable sentirse pequeño ante tanta magnificencia. En columnas y esculturas podemos leer inscripciones escritas en babilonio, antiguo persa y elamita. Van dedicas a Ahuramazda y a Jerjes: "Ahuramazda es un gran dios que creó esta tierra, que creó el cielo, que creó al hombre, que creó la felicidad del hombre, que hizo a Jerjes, rey de muchos, señor de muchos [...]".

    Las construcciones de Darío fueron luego acabadas por sus sucesores, Jerjes I y Artajerjes I.

    Observamos las dos escaleras monumentales del tripylon, pórtico con tres puertas de acceso entre los dos salones de audiencias que conducían al harén y a los palacios residenciales de Darío I y Jerjes, así como al tesoro. Sus impresionantes bajorrelieves cincelados en la roca, en los que aparecen cientos de personajes rindiendo homenaje al rey, flanqueados por soldados, están considerados como una obra maestra de la época aqueménida, tanto por su excepcional estado de conservación, como por su extrema belleza.

    Naqsh-i Rustam, una pared rocosa que contiene cuatro  tumbas reales aqueménidas.

    Cerca se encuentra el Apadana, iniciado por Darío y terminado por Jerjes, que se utilizaba para las grandes recepciones y ceremonias. Trece de sus setenta y dos columnas, de aspecto masivo, aún siguen en pie. Junto a la Sala del Trono se encuentra la habitación del Tesoro. La enorme riqueza almacenada entre sus cuatro paredes procedía de los pueblos conquistados y del tributo anual enviado por los pueblos durante la celebración del Año Nuevo.

    A pocos kilómetros de Persépolis se encuentran las tumbas de Naqsh-e Rajab y Naqsh-e Rostam, antiguos cementerios de la dinastía aqueménida. Las tres tumbas reales, pertenecientes a Darío I, a Jerjes y a Artajerjes, están excavadas en plena roca, en una vertiginosa pared vertical. Aún conservan unos espectaculares bajorrelieves decorativos.

    Ya es hora de dirigirnos a Shiraz, la capital de la provincia de Fars, en el suroeste de Irán, a 919 kilómetros de Teherán. Situada a los pies de los montes Zagros y a 1.486 metros sobre el nivel del mar, Shiraz es conocida con el nombre de "la ciudad de las flores y de los poetas".

    Los impresionantes bajorrelieves cincelados en la roca, en los que aparecen cientos de personajes rindiendo homenaje al rey, caracterizan la rica escultura aqueménida.

    Entre las joyas que esconde la ciudad, se encuentra la ciudadela de Arg-E Karim Khan, con forma de castillo, construida en el siglo XVIII; la mezquita Nasir-Ol-Molk, conocida como la Mezquita Rosa debido al color de sus azulejos; o la Mezquita Vakil, una de las obras más valiosas del período Zandieh; indispensable hacer una visita a la mística tumba del poeta Hafez.