Turismo y Viajes
Viajando por El Amazonas en un barco de carga
Lo primero que necesitas para hacer un arriesgado crucero por El Amazonas es una hamaca. Lo segundo, repelente de mosquitos. Lo tercero, agua embotellada. Todo lo demás es secundario. Eso sí, tienes que tener madera de aventurero.
Nuestro viaje comienza en Iquitos, una húmeda ciudad de la Amazonía peruana a la que no se puede llegar por carretera. La ciudad no existía hasta 1860 cuando comenzó la fiebre del caucho. Iquitos empezó entonces a desarrollarse vertiginosamente siguiendo las pautas europeas de la época. Hoy es la sexta ciudad de Perú y cuenta con casi medio millón de personas.
Iquitos es la capital de la Región de Loreto, que con casi el 30% del territorio peruano, es la mayor y más septentrional del país. Esta localidad rodeada de comunidades indígenas cuenta con espectaculares casonas de mosaicos frente al malecón, y con la primera vivienda prefabricada de América: la Casa de Hierro, diseñada y construida por Gustave Eiffel y traída desde Europa por partes (tuercas y tornillos incluidos).
Desarrollada a finales del siglo XIX, durante la fiebre del caucho, Iquitos es la ciudad más grande de la Amazonía.
Dejando la historia de la ciudad de lado, buscamos a "Henry", la empresa de lanchas que viajan por estos ríos, en el puerto fluvial. Junto a las embarcaciones hay una pizarra donde pone el día y la hora de salida. Hay que estar atento porque Henry sale cuando está cargado, horas antes o después de lo estipulado.
Aunque por los ríos amazónicos se puede viajar a Colombia, a Ecuador o a Brasil, incluso llegar al océano Atlántico, a miles de kilómetros, nosotros iremos hasta Yurimaguas, una ciudad situada a tres días de viaje. Existen dos tarifas, 150 soles, unos 40 euros, si vas en camarote o 75 soles, unos 20 euros, si viajas con tu hamaca. La última opción es la nuestra. Los dos precios incluyen tres comidas diarias.
Aunque intentan tener un horario definido, los barcos que navegan por el Amazonas parten cuando están preparados.
Navegar por el río más caudaloso del mundo, con más agua que el Nilo, el Yanstsé y el Misisipi juntos, es una experiencia única. Todo aquí es descomunal. La cuenca hidrográfica del Amazonas, con siete millones de kilómetros cuadrados, supone una quinta parte del caudal fluvial del planeta. El río tiene una anchura media de entre 1,6 y 10 kilómetros, pero en la época húmeda llega hasta los 48 kilómetros, o más.
'Rompedor de embarcaciones'
El conquistador español Francisco de Orellana fue el encargado de dar nombre al río después de que, durante una expedición en 1542, sufriera el ataque de mujeres guerreras -u hombres con pelo largo-, quienes desde la orilla disparaban dardos envenenados y flechas. Otras fuentes dicen que Amazonas es una deformación de una palabra indígena cuya pronunciación para los españoles era parecida a 'Amazonas', que en su lengua local significaba "rompedor de embarcaciones".
Se estima que en la Amazonía hay 390.000 millones de árboles.
Por suerte, los barcos de hoy no se rompen fácilmente. El Henry V, un armatoste de hierro forjado, tiene cuatro pisos. El primero y el tercero están llenos de mercancías. En el cuarto se encuentra el capitán y el timón de mando. En el segundo descansan los pasajeros en sus hamacas. Además, hay unos cuantos balcones desde donde observar la vida fluvial.
Lo mejor del viaje, además de los paisajes, los delfines rosados que nos acompañan y el sonido de los animales, es el olor a naturaleza húmeda, a vida. Navegamos entre 390.000 millones de árboles de 16.000 especies diferentes. Más del 20% del oxígeno de la Tierra se genera en esta región. Un tercio de las especies de aves, la mitad de los 10 millones de insectos, plantas y animales se encuentran aquí. Siete de cada diez plantas con propiedades anticancerígenas provienen de esta selva tropical.
El uacarí calvo colorado es un animal muy ágil que puede llegar a dar saltos de seis metros.
El barco se mueve a unos 17 kilómetros por hora, pero las subidas de la marea, las condiciones de las corrientes y el clima pueden cambiar la ruta. Se supone que el río, que comienza a llamarse Amazonas después de la confluencia del Marañón con el Ucayali, nace en el Nevado Mismi, en la cordillera de los Andes peruanos.
La mayor parte de los pasajeros van desde Iquitos a Yurimaguas y muchos se suben o se bajan en puntos intermedios, por lo que hay que tener cuidado con nuestras pertenencias, porque pueden desaparecer. Por el camino, y como salidos de la nada, los vendedores ambulantes comercializan fruta, agua, refrescos y platos típicos como los juane (arroz o yuca, carne de gallina, huevo cocido y especias envueltas con la hoja de una planta llamada bijao) y el pescado frito.
La mayoría de los platos amazónicos se basan en pescado, carne seca o de monte, plátanos, yucas, legumbres y maíz.
Por si las moscas, la humedad y la lluvia, es recomendable llevar el pasaporte, las tarjetas de crédito, los comprobantes sanitarios y los papeles importantes dentro de una funda impermeable. También es aconsejable ropa de algodón, de mangas y piernas largas, y zapatillas que cubran todo el pie. Una vez en Yurimaguas, y tras tres días de viaje sin movernos de nuestra hamaca, nos quedan unas 25 horas en autobús hasta Lima, la capital del país.