Buscando El Salto del Ángel en el Amazonas venezolano
Llegar a la caída de agua más alta del mundo, de casi un kilómetro de altura, no es una tarea sencilla.
Nunca olvidaré cuando vi, en un cromo sobre el 'Libro Guiness de los Récords', la catarata más alta del mundo. Parecía mentira que algo así pudiera existir. Sin embargo, existe. La columna de agua más alta del mundo se encuentra en el Amazonas venezolano. Llegar hasta allí es relativamente complicado, no sólo por la situación política que atraviesa Venezuela, sino también porque El Salto del Ángel está perdido en mitad de la selva, cerca de la frontera con Brasil.
Para llegar hasta este recóndito rincón selvático, lo primero de todo, hay que tomar una avioneta desde Ciudad Bolívar o desde Puerto Ordaz, a unos 600 kilómetros al este de Caracas. El viaje entre las nubes es espectacular. Poco a poco va desapareciendo cualquier atisbo de civilización y las casas dan lugar a palmeras acuáticas y a inmensas extensiones de sabana venezolana.
Tras una hora de vuelo aparecen los primeros tepuyes, mesetas de arenisca de 180 millones de años de antigüedad, con paredes verticales y cimas planas, por donde resbalan los saltos de agua más altos del planeta. Estas montañas, que se presentan majestuosas en el horizonte, ofrecen unos ecosistemas únicos debido al aislamiento que produce su gran altura con el resto de la sabana.
El pueblo pemón
Los balanceos de la avioneta aumentan cada vez más, hasta que por fin aterrizamos en el aeródromo de la Laguna de Canaima, una tranquila y paradisiaca comunidad indígena donde sus habitantes, el acogedor pueblo pemón, se dedican en su mayoría al turismo. El tranquilo poblado, que no tiene nada que ver con el resto del país, se halla al sureste de Venezuela, dentro del Parque Nacional de Canaima, el sexto del mundo en extensión y Patrimonio de la Humanidad desde 1994.
Parque Nacional Canaima.
El parque se extiende por más de 30.000 kilómetros cuadrados, hasta la frontera con Guyana y Brasil. Cerca de 65% está ocupado por los ya nombrados tepuyes, que constituyen un medio biológico único. La flora y la fauna del parque son de las más antiguas del mundo, y los yacimientos minerales incluyen minas de oro y de diamantes, aunque teóricamente no se pueden explotar.
La vida en el pueblo de Canaima es relajante. Sin prisas, sin coches, sin estrés. Todo gira en torno a su arenosa playa, con palmeras acuáticas, a orillas de la laguna. Su oscuras aguas provienen de siete cascadas y un río. Una planta, que crece en lo alto de los tepuyes Kusari, Kuravaina y Kurun, da el curioso color al agua, que varía de acuerdo al sector.
Desde el pueblo parten varias excursiones inolvidables. La más espectacular, además de ir en la búsqueda de El Salto del Ángel, consiste en meterse en las entrañas de El Salto El Sapo. Para entrar dentro del cauce de esta cascada hay que atravesar la laguna de Canaima en curiara, la canoa típica de la selva venezolana.
Un día en canoa motorizada
Como no hay carreteras, y muy pocos caminos, lo normal es desplazarse en este medio de transporte. La cascada más alta del mundo se encuentra a más de 90 kilómetros al sureste de la comunidad indígena. Para llegar a ella hay que viajar tres horas en curiara motorizada, caminar una hora por la sabana, otra hora por la selva y atravesar un río de aguas sanguinolentas.
Es importante tener en cuenta que los viajes hacia El Salto del Ángel, por el río, sólo se pueden realizar durante la temporada de lluvias, es decir, de junio a noviembre. Después de un agradable viaje aventurero por fin aparece El Salto del Ángel, que lleva su nombre en honor al aviador Jimmy Ángel, el estadounidense que 'descubrió' el lugar en 1937.
La caída de agua más alta del mundo, de casi un kilómetro de altura, nace en lo alto del Auyantepuy (Montaña del Infierno), el tepuy más extenso de toda Venezuela. La meseta tiene 700 kilómetros cuadrados de superficie, su cumbre plana tiene una longitud de 35 kilómetros y una anchura de 25 kilómetros, y alcanza una altura de 2.560 metros. Hasta no hace mucho tiempo, el pueblo pemón no ascendía jamás hasta su cima, pues según su tradición, allí moran los espíritus de apariencia humana que podían robarles el alma.
Los indígenas de la zona veneran El Salto del Ángel como el hogar de su Dios. Para ellos Churruvena, como conocen a la cascada, desciende del paraíso. Oficialmente la caída de agua más alta del mundo tiene 979 metros de altura y es 16 veces más alta que las cataratas del Niágara. Es tan pronunciada que el agua llega al suelo en forma de bruma.
Pasan las horas y cae la noche en la selva. Los más osados se bañan a orillas del río, otros regresan rápidamente al campamento instalado en mitad del bosque subtropical. Para cenar hay pollo al palo con arroz. Con el estómago lleno, algunos cuentan historias y tocan la guitarra antes de echarse a dormir en una hamaca, a la intemperie.
A la mañana siguiente, medio día de viaje en canoa motorizada nos llevará de regreso a Canaima. Después de comprar un par de collares fabricados con semillas de árboles autóctonos, y hablar con medio pueblo pemón, una vetusta avioneta nos trasladará, de nuevo, a la complicada civilización venezolana.