Tenis
Roger Federer amplía su leyenda y da a Suiza la primera Copa Davis de su historia
Una leyenda. Un mito del tenis. Uno de los mejores jugadores de la historia. Un grande, aún con dosis de calidad en su raqueta. Y desde hoy, con un hueco aún más grande en el olimpo de este deporte. Es Roger Federer. Un hombre que lo ha ganado prácticamente todo, y que ahora borda una línea más con letras doradas en su brillante palmarés.
El tenista de los siete Wimbledon, diecisiete Grand Slams, seis ATP Finals, dos medallas olímpicas y 302 semanas como número 1 del mundo, sumó uno de los pocos títulos que le faltaban. El más difícil. El que no dependía únicamente de él.
Hace apenas unos años parecía imposible que Suiza se alzase con una Copa Davis. Un pequeño país cuyo talento deportivo aparece a cuentagotas, y al que sólo Federer ponía en el mapa tenístico.
Pero Roger sabía que este era el año. Con la ayuda de un Stan Wawrinka en el mejor momento de su carrera, enfocó su objetivo desde el principio. Atrás quedaron los años en los que aparecía sólo para salvar la permanencia de la Confederación Helvética en el Grupo Mundial. En 2014 decidió ir a por todas.
Suiza eliminó sucesivamente a la subcampeona Serbia, a Kazajistán y a Italia, para meterse en la segunda final de su historia. El precedente de 1992 con Marc Rosset como estrella figuraba como una isla en el palmarés helvético. Pero ahora, Roger y Stan querían más.
Pese a llegar en una semana turbulenta, con disputas internas procedentes de las ATP Finals de Londres, y un Federer en estado físico cuestionable, todo comenzó bien para Suiza. Wawrinka derrotó a Tsonga, acallando las 27.000 gargantas del impresionante estadio de Lille y puso por delante al equipo capitaneado por Severin Lüthi.
El momento de duda llegó con la contundente derrota de Federer en el segundo individual contra un pletórico Monfils. Se cuestionó su estado físico en este complicado final de temporada. Su espalda daba guerra. Pero Roger no iba a dejar pasar la oportunidad.
El dobles mostró la gran concentración del equipo suizo. Federer y Wawrinka arrollaron a la pareja local formada por Gasquet y Benneteau. La final empezaba a tener color rojo.
Y este domingo, el desenlace fue el más acorde con la leyenda de Roger Federer. Merecía ser él el protagonista. El que diese el punto decisivo. El que quedase para el recuerdo eterno. El que incluyese a su país de la forma más brillante en el palmarés de una Copa Davis con el sabor añejo de las competiciones grandes.
Federer ganó a Gasquet en un partido aparentemente sencillo. De esos que sólo él sabe controlar con maestría y perfección. Y al terminarlo, el genio rompió a llorar. A sus 33 años, con mil batallas ganadas, sabedor de que esta no es sólo una más. Consciente de que ha rubricado con la mejor pluma un palmarés majestuoso. De que tiene un hueco privilegiado en la leyenda tenística. Y de que las perlas de talento que le quedan en su raqueta serán un regalo. El broche perfecto a su excelencia.