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Descartan algunas pruebas en el juicio del mayordomo del Papa



    CIUDAD DEL VATICANO (Reuters) - El tribunal que juzga al ex mayordomo del Papa Benedicto, acusado de robo con agravante, falló el sábado que los resultados de una sensible investigación, independiente, separada y realizada por cardenales para el pontífice, no serán admitidos como prueba en el juicio.

    En la primera vista del esperado juicio de Paolo Gabriele, acusado de robar y difundir documentos papales personales que se referían a una supuesta corrupción en el Vaticano, el panel de tres jueces rechazó la solicitud de la defensa para incluir la investigación cardenalicia.

    El tribunal determinó que el juicio se base sólo en una investigación del fiscal y de la policía del Vaticano.

    Gabriele, que vestía un traje gris claro y aparecía pálido pero sonriendo a menudo, no habló en la primera sesión. Se espera que testifique cuando se reanude el juicio el 2 de octubre.

    Paolo Gabriele, de 46 años, que servía al Papa sus comidas y le ayudaba a vestirse, fue detenido en mayo después de que la policía hallase documentos confidenciales en su apartamento dentro del Vaticano, en un dramático giro que puso la atención de los medios de comunicación en una institución que lucha por defender su reputación frente a las acusaciones de corrupción.

    El autodenominado denunciante, que dice que intentaba sacar a la luz la corrupción en la sede de la Iglesia Católica, está acusado de robo con agravante por sustraer y filtrar documentos personales del pontífice, y podría ser condenado a cuatro años de prisión.

    Sólo ocho periodistas fueron admitidos en la sala de audiencias y debían informar a otros reporteros al finalizar la primera sesión.

    Según la acusación formal presentada en agosto, Gabriele dijo a los investigadores que había actuado porque vio "el mal y la corrupción en todas partes de la Iglesia" y quería ayudar a erradicarla "porque el Papa no estaba lo suficientemente informado".

    Los documentos apuntaban a una lucha de poder en las altas instancias de la Iglesia.

    Se espera que Gabriele, que dijo que se veía a sí mismo como un "agente del Espíritu Santo", sea hallado culpable porque ha confesado sus delitos.

    "Ha hecho daño filtrando esta información porque siempre habrá alguien que se aproveche de estas cosas para denigrar a la Iglesia", dijo el residente en Roma Sergio Caldari en la Plaza de San Pedro.

    "¿APERTURA Y TRANSPARENCIA"?

    Otro observador local, Giovanni Maisto, dijo que esperaba que el juicio marcase "una nueva dimensión de apertura y transparencia" en los asuntos de la Iglesia.

    El juicio se basará en el código penal italiana del siglo XIX. Claudio Sciarpelletti, el experto informático acusado de complicidad con Gabriele, podría ser condenado a un año de cárcel.

    No está claro cuánto puede durar el juicio.

    Gabriele, padre de tres niños con una vida sencilla pero cómoda en la ciudad-estado, dijo a la policía tras su detención en mayo que creía que un susto "podría ser algo bueno para devolver a la Iglesia al camino correcto".

    Su detención uso fin a casi cinco meses de intriga y suspensa después de que una serie de documentos y cartas privadas fueran publicadas por los medios italianos.

    Las cartas más reveladoras fueron escrita al Papa por el arzobispo Carlo Maria Vigano, actualmente embajador del Vaticano en Washington, que era vicegobernador de la Ciudad del Vaticano por entonces.

    En una de ellas, Vigano se quejaba de que cuando asumió el cargo en 2009, descubrió corrupción, nepotismo y amiguismo vinculado a la adjudicación de contratos a empresas externas a precios inflados.

    Después, Vigano escribió al Papa sobre una campaña de desprestigio en su contra por otros altos cargos del Vaticano molestos con su drásticas medidas para acabar con los procedimientos de compras.

    A pesar de pedir que no se le apartara del Vaticano, Vigano fue posteriormente trasladado a Washington por el secretario de Estado, el cardenal Tracisio Bertone, número dos de la cúpula de la Iglesia.

    Dado que el estado papal no tiene prisión, Gabriele podría cumplir su condena en una cárcel italiana a menos que el Pontífice lo perdone.