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Análisis | La guerra de los ministerios mata la Ley de Seguridad Nacional

    El presidente Mariano Rajoy. <i>Imagen: Archivo</i>


    Entre todos la mataron y ella sola se murió. Algo así ha ocurrido con la anunciada Ley de Seguridad Nacional, que va a pasar a la larga lista de las promesas incumplidas de mariano Rajoy, ante la sorpresa de algunos miembros del Gobierno y de la mayoría de los barones y parlamentarios del PP.

    Recordar que la creación de esta Ley Orgánica era una de las disposiciones incluidas dentro de la pomposamente denominada Estrategia de Seguridad nacional. Pero catorce meses después del anuncio, la nueva criatura se ha convertido en la víctima inocente de una guerra encarnizada entre ministerios para atribuirse su paternidad y tutelaje. Y salvo que aparezca un revivido doctor Frankestein de la política, que en el PP ni está ni se le espera, la Ley de Seguridad Nacional está hoy definitivamente muerta.

    Claro que esta podría ser también la crónica de una muerte anunciada , al menos para quienes desde fuera observamos y contamos las conspiraciones y los enfrentamientos entre los Departamentos de Defensa, Exteriores, Economía, Interior, además de la Vicepresidencia del Gobierno, que consiguió imponer al actual director del Gabinete de la Presidencia, Jorge Moragas, como secretario del Consejo de Seguridad Nacional, cuya Presidencia corresponde al Jefe del Ejecutivo.

    Una solución que no ha gustado nunca en Defensa, que tampoco gustaba a los diplomáticos de García-Margallo, de la que discrepaba Jorge Fernández Díaz, y de la que se sintió marginado Luis de Guindos, al que se le retiró la competencia sobre el Sistema de Inteligencia Económica (SIE), el llamado CNI económico.

    Porque ésta es otra de las consecuencias de este aborto programado de la Ley de Seguridad Nacional, el pase al limbo de las musas del SIE. Un sistema de Inteligencia Económica que tenía como funciones específicas la detección y prevención de las actuaciones contrarias a los intereses económicos de España, que ya funciona en otras potencias occidentales, como Estados Unidos, Francia, Alemania o Reino Unido; y que de haber existido aquí habría podido prevenir y hasta impedir, por ejemplo, las expropiaciones de Repsol y Red Eléctrica en Argentina y en Bolivia, o los problemas surgidos con las obras del Canal en Panamá.

    Pues de lo dicho nada y a seguir expuestos a los caprichos de los Kichner, Morales o Maduro de turno, contra cuyas tropelías todavía estamos esperando las "respuestas contundentes" que, en su día anunciaron, los ministros de Exteriores y de Industria.

    Y lo curioso del caso es que la creación del CNI económico se había incluido, de tapadillo y con nocturnidad, dentro de ese cajón de sastre que es la Ley de Emprendedores, de donde salió al levantarse la liebre, precisamente desde elEconomista, y ante la reacción airada de Defensa, que consiguió su traslado a la Ley Orgánica de Seguridad Nacional, que ahora queda aparcada para la próxima legislatura, siempre que Rajoy repita, por la complejidad de los trámites parlamentarios que exige una ley orgánica y en víspera de un año electoral.

    Fue la primera victoria de Defensa, que después volvió a imponerse en la lucha por la dirección del CNI, el real, el Centro Nacional de Inteligencia, a cuyo frente seguirá el teniente general Félix Sanz Roldán, a pesar de que Soraya Sáenz de Santamaría, y me dicen que hasta el propio Rajoy, preferían un civil para ese puesto, y habían puesto sus ojos en Beatriz Méndez de Vigo, la actual número dos del CNI, a quien habían confiado las tareas de responsabilidad en los departamentos de Inteligencia y Operaciones, los más importantes dentro del sistema nacional de inteligencia. Tiene algo que ver esto con la paralización de la Ley de Seguridad Nacional. Los círculos monclovitas ni lo afirman, ni lo niegan.