Política
Ángel Gabilondo, de profesor a candidato: "Decir sí a la política es muy duro. Pero decir no también"
Marta Nebot
Ángel Gabilondo en una entrevista concedida a esta periodista y emitida parcialmente en Telecinco, en El Programa de Ana Rosa Quintana, dice muchas cosas a pesar de haberse vuelto a meter en política. Ya demostró ser distinto cuando siendo ministro de Educación de Zapatero consiguió el acuerdo unánime de los partidos políticos por un pacto para la educación; ése tan necesario según todas las estadísticas. El pacto se acordó pero no se firmó por la cercanía de las elecciones.
El Partido Popular rompió la baraja cuando ya estaban todas las cartas repartidas y negociadas. El ministro, sin embargo, lejos de aprovechar la coyuntura para hacer sangre, como hicieron otros entre las filas socialistas, se limitó a afirmar que nadie habría firmado con unos comicios tan cercanos y que este tipo de reformas hay que plantearlas al principio de las legislaturas. Elegante, ¿no?
Esta vez en la azotea del Hotel Vincci Capitol en Gran Vía no rehuyó ninguna pregunta. Ninguna. Y se retrató. La entrevista empezaba con otra elegancia:
Exfraile metafísico metido a candidato. ¿Usted cree que le van a entender?
Procuraré hacerme entender y para eso sólo tengo que ser quién soy. Nada más.
¿Usted cree que eso lo hacen muchos?
Sí, yo espero que todos.
¡Ajá!
Lo que pasa es que a veces es difícil saber quién es uno.
Sobre Podemos, no cree que votándoles se ponga en peligro la democracia. Antepone su defensa de la libertad a las discrepancias serias que tiene con esta formación: "Las convicciones no son estados de ánimo. Así que no puede uno ir por días. Hoy tengo un día que defiendo la libertad, hoy no. No, yo no voy así".
Añade que no cree que Podemos sea "un peligro para la libertad, para el país y para occidente", como parecen creer algunos, pero que eso no le impide combatir las ideas que no comparte y que, en algunos casos, le parecen "inquietantes". Por ejemplo: la transición como un simple pacto burgués o lo acabada que está la democracia representativa.
De su caída en las encuestas, dice no haberse creído ni 'el milagro Gabilondo' ni 'el desmoronamiento del efecto Gabilondo'. En cualquier caso, pase lo que pase, se compromete a trabajar cuatro años por Madrid desde dónde los ciudadanos le pongan. Si es en la oposición, lo compaginará con sus clases cobrando sólo su sueldo como profesor y reta a la periodista a que, si no cumple con su promesa, le ponga esta grabación sin parar como penitencia.
También declara que no se ha arrepentido de meterse "en la boca del lobo" porque cree no haberse metido, como le dijo su hermano Iñaki Gabilondo que hacía aceptando la propuesta de Pedro Sánchez para encabezar su lista en la plaza más difícil para los de la rosa, en los tiempos en los que su flor parece más marchita. Cree que se libra de ese mal no participando en los juegos de poder y que, sin embargo, no podría librarse de su conciencia diciendo no a esta oferta, teniendo en cuenta las dificultades por las que pasan muchos madrileños y lo que está pasando con los servicios públicos, especialmente la sanidad y la educación.
"Decir sí es muy duro. Pero decir no también. Luego tienes que vivir con ese no?" Política y conciencia juntas, curioso maridaje, huele bien pero sólo se desvela cuanta verdad contiene hincándole el diente. El tiempo es el que muerde.