Política

La seducción de Ciudadanos al votante de centro enerva a Cospedal y desnorta a Rosa Díez

    Cospedal, Rivera y Díez. <i>Imágenes: EFE</i>


    La irrupción de Ciudadanos es sin duda el acontecimiento político del año, el gran descubrimiento de esta enrarecida etapa preelectoral a la que los partidos tradicionales viajan con el miedo en el cuerpo, conscientes de que una parte sustancial de su electorado ha decidido romper amarras con unas organizaciones que, en diversos sentidos, han perdido el contacto con la realidad. Estos días, Cospedal (PP) y Rosa Díez (UPyD) han dado buena muestra de la irritación que les provoca el salto de Ciudadanos a la política nacional. El PP llama naranjito a Rivera.

    Ciudadanos, que en los últimos años estuvo confinado en Cataluña, ha decidido dar el salto a la política estatal, y ya logró un resultado apreciable en las elecciones europeas (quinientos mil votos y dos parlamentarios), pero no era imaginable que esta expansión rindiera tan deprisa resultados: Metroscopia ya detectó en febrero que la organización de Albert Rivera sobrepasaba el 12% en intención de voto, y otros sondeos han corroborado un ascenso espectacular, que se ha producido al socaire de la negativa de Rosa Díez a entenderse con quien parecía ser su aliado "natural".

    En cierto modo ?explican los sociólogos sotto voce- Ciudadanos se ha beneficiado del 'efecto Podemos', es decir, de la decisión del electorado de manifestar la desafección hacia los grandes partidos apoyando a otros diferentes. Si "Podemos" ha sido mayormente el destinatario de los desafectos de las formaciones de izquierdas, Ciudadanos podría ser el refugio de los indignados del sector de estribor del espectro, cansados del Partido Popular, de los nacionalismos conservadores, o de vivir cómodamente en la abstención.

    La percepción del adversario

    El PP se ha percatado de que Rivera es un adversario que juega en su mismo terreno de juego, y se había dicho que Génova había incluso impartido consignas de negar el pan y la sal a Ciudadanos, y de recordar su procedencia catalana utilizando el apelativo Ciutadans, se supone que para desacreditarlo.

    Lo que parece ya imposible en este país es poner puertas al campo. El prestigioso Foro ABC, nada menos, ha prestado tribuna y audiencia a Albert Rivera, con un resultado que puede calificarse sin exageración de muy bueno: la nueva formación y su líder han seducido al 'todo Madrid', al establishment social y empresarial, que hasta hace poco se alineaba sin la menor vacilación junto al Partido Popular.

    La nómina de asistentes al acto y las referencias del mismo han sido sencillamente espectaculares? Y han coincidido en el tiempo con el desarrollo del rifirrafe protagonizado por Ignacio González, víctima del "fuego amigo" que quiere a todas luces descabalgarlo de la candidatura a las elecciones autonómicas madrileñas. Duro contraste.

    Las armas de Rivera

    El auge de Ciudadanos coincide con el hundimiento de UPyD, que ha perdido comba y protagonismo en estas vísperas electorales. A la formación de Rivera le queda, como es natural, un todavía largo camino hasta su objetivo final, que es conseguir representación significativa en el Congreso de los Diputados y convertirse incluso, si es posible, en bisagra fundamental para decantar el poder a uno u otro lado del espectro; sin embargo, todo indica que ya se ha afianzado en la pista y puede lograr un resultado muy significativo.

    Sus armas son la frescura de una opción sin recámara; un programa caracterizado por la moderación y el sentido común, por esa mezcla de liberalismo y estatalización que hoy es el paradigma en toda Europa; un discurso limpio, inteligentemente elaborado para que sea fácilmente comprensible; y el glamour personal del líder, ya curtido en la tarea política desde hace bastantes años pero todavía incontaminado de esa malicia retorcida que caracteriza desde hace tiempo a la política de este país.