Política

El lujo de 'Gürtel' lleva a una 'ciega' Ana Mato a la dimisión

    La ministra de Sanidad, Ana Mato. <i>Imagen: EFE</i>


    Ana Mato no ha podido resistir el último envite del 'caso Gürtel' y dimitió a la caída de la tarde de ayer. Lo ha hecho tan tardíamente que su marcha, absolutamente inevitable, no alivia apenas la presión de la opinión pública a que está sometido su partido, el verdadero protagonista de este asombroso engendro político jurídico que tiene a Correa y a Bárcenas en el ojo de un gran huracán que amenaza con asolar la sede de la calle Génova.

    El juez Ruz había dictado pocas horas antes el auto de pase a procedimiento abreviado -el antiguo auto de procesamiento- de la "primera etapa" del 'caso Gürtel'. Hay 43 imputados y la ministra Ana Mato, exesposa del exalcalde de Pozuelo de Alarcón, Jesús Sepúlveda, aparece como "partícipe a título lucrativo" de los delitos cometidos por su exesposo; dicho en román paladino, se benefició del producto del latrocinio del marido, aunque no supiera necesariamente su procedencia. En la misma situación está Gema Matamoros, mujer de Guillermo Ortega, exalcalde de Majadahonda.

    El juez detalla lo ocurrido: Mato "habría disfrutado o se habría beneficiado, sola o en compañía de otros miembros de la unidad familiar" de servicios turísticos, pago de eventos familiares y otros artículos y conceptos por valor total de 55.439 euros. Será en todo caso en el acto del juicio oral cuando se deberá concretar "la exacta cuantía de lo que la partícipe pudiera haberse beneficiado". Además de viajes y billetes de avión, la trama corrupta supuestamente sufragó artículos de Louis Vuitton para la exministra y las fiestas de cumpleaños y de primera comunión de la hija de la pareja en los años 2001, 2002 y 2005. El código penal dispone la devolución de estas cantidades si se constatan en la sentencia.

    Mato había explicado con reiteración, como es bien conocido, que no se percató de nada mientras aún convivía con Sepúlveda. Ni siquiera cuando el esposo apareció en el domicilio familiar con un Jaguar de alta gama le resultó extraño aquel ascenso impresionante del nivel de vida, a pesar de que, como mujer instruida que es, debía estar informada de la cuantía del salario del marido.

    Es cierto que Ana Mato no está imputada. En principio, ella y la esposa de Guillermo Ortega estarán sentadas en el banquillo durante el juicio como responsables civiles de los delitos de sus cónyuges. Así ha sucedido en otros procesos similares, aunque podría caber incluso la posibilidad de que estuvieran representadas por sus abogados. Pero a pesar de ello, en las actuales circunstancias, la ciudadanía no era capaz de entender que un personaje que ha vivido tan cerca de la más rampante corrupción, que fue incapaz de percatarse de que su propio marido ingresaba más dinero del confesable, continuase dirigiendo un Ministerio.

    Tardía dimisión

    La ciudadanía exige la mayor contundencia en la lucha contra la corrupción. Reclama a los partidos un rigor que no han tenido hasta ahora. Y la continuidad de Mato no se ajustaba a aquella exigencia ni a esta reclamación

    Sin embargo, la dimisión es tan tardía que parte del daño es ya irreparable. Mato debió haber sido apartada de la primera línea política cuando se conoció lo que ahora adquiere relevancia judicial. No marcharse -o no apartarla- constituye una provocación a la ciudadanía, indignada por tantos episodios indecentes cometidos con el dinero de todos.

    Porque el bipartidismo está en grave riesgo, y puede darse por acabado si en lo que queda de legislatura PP y PSOE no se aplican con verdadera fiereza a erradicar la corrupción, a expulsar lejos a los corruptos, a establecer las condiciones de un futuro sin posibilidad de que los desaprensivos hagan su agosto.