Política

Análisis | El laberinto de Artur Mas: unas peligrosas plebiscitarias o pactar con Rajoy

    Artur Mas. <i>Foto: Archivo.</I>


    Oriol Junqueras ERC), muy irritado por la negativa de Artur Mas (CiU) a declarar unilateralmente la independencia y/o a intentar celebrar un referéndum ilegal, ha comenzado a insinuar que CiU está traicionando la causa del soberanismo. Y ha revelado que ha oído "a dirigentes de CiU hablar sobre una negociación que tendría como primera etapa el proceso de reforma constitucional", algo que no comparte Junqueras.

    Los argumentos del dirigente son escuetos y conocidos: "No estamos aquí para hacer una reforma constitucional porque todo el mundo sabe que no serviría de nada" y "si asumimos una posición de inferioridad ante el Gobierno español, no haremos nada". La ruptura sería por tanto el único camino. ¿Cómo en 1934?

    La indignación de Esquerra es sin embargo fácilmente comprensible, dado que Artur Mas se ha pasado muchos meses alentando la idea del referéndum del 9 de noviembre, garantizando su celebración y auspiciando la unidad del independentismo a tal fin, aunque ello supusiese mezclar churras con merinas porque CiU y ERC son organizaciones bien disímiles, con clientelas totalmente diferentes.

    El laberinto de Artur Mas

    Ha sido, en definitiva, el presidente de la Generalitat quien ha generado la tensión que ahora se vive cuando los catalanes se percatan de que, en lugar del referéndum, tendrán una pintoresca encuesta que el Estado español ni siquiera se preocupa de cuestionar y que no tendrá como es obvio valor alguno ante la comunidad internacional.

    La opción alternativa acuñada por Mas era la convocatoria de elecciones plebiscitarias, pero el líder de CiU se encuentra con un serio problema: convocarlas en las actuales circunstancias supondría reconocer la estrepitosa derrota de CiU, según todas las encuestas, y entregar todo el poder a Esquerra.

    Así las cosas, Mas tiene sólo dos caminos: uno primero, abandonar el sistema de partidos, convocar elecciones para dentro de unos pocos meses y lanzar una candidatura presidencial propia, una lista independentista, a la que podrían sumarse políticos de las diversas formaciones soberanistas, que lógicamente buscarían la integración de todos los sectores y convertirse en la representación de todo el independentismo. A nadie se le oculta que esta opción está sin embargo cargada de riesgos.

    El otro camino es negociar. Negociar con el Estado para conseguir un acomodo institucional más cómodo, más ajustado a las demandas sociales. La mejor vía de negociación -aunque no la única- sería, seguramente, la materialización del salto federal, que, reforma constitucional mediante, habría de convertir el Estado de las Autonomías en un sistema federal homologable.

    Naturalmente, para explorar esta vía, Artur Mas debería desligarse de la compañía inquietante de Esquerra Republicana y buscar otro socio que le proporcionara la necesaria estabilidad, como el PSC, durante el resto de la actual legislatura. Y esta opción, tranquilizadora para muchos catalanes, abriría nuevas expectativas y podría encarrilar el logro de una solución definitiva para el conflicto catalán.

    Esta propuesta cuenta con el apoyo -tácito todavía- de  Unió Democràtica de Cataluña, la formación democristiana de CiU, y podría ser respaldada por el PP, por Ciutadans e incluso por Iniciativa, al menos en principio. Y daría al traste a la fórmula rupturista que propone ERC y que no podrá llegar a buen fin porque desconoce las características del marco jurídico.