Política

El análisis| Rubalcaba, la impotencia de la biografía

    Alfredo Pérez Rubalcaba. <i>Imagen: EFE</i>


    Rubalcaba estuvo este miércoles pegado a la realidad. Y Rajoy, que ha conseguido comenzar a estabilizar la economía mediante las recetas liberales de Bruselas, se ha distanciado profundamente de la ciudadanía. Sin embargo, el discurso de Rubalcaba no fue eficaz.

    El fracaso de Rubalcaba a la hora de hacerse oír, de propagar un discurso de oposición creíble, destruido por un Rajoy montado en su mayoría absoluta "yo no pudo su dimisión: no me interesa"-, debe confirmar a la principal minoría la necesidad de renovación, ya presentida.

    La identificación de Rubalcaba con el pasado, independientemente de la responsabilidad objetiva que el actual líder socialista tenga en él, imposibilita al PSOE efectuar propuestas creíbles, que siempre tropiezan con el contraste con la biografía. Será injusto pero es la realidad inexorable.

    Así las cosas, el partido socialista debería acelerar su proceso de renovación, que habrá de hacerse conforme a las pautas marcadas por el Partido Democrático italiano: militantes y simpatizantes deben protagonizar, sin intermediarios, la regeneración interna.

    Si así no se hace, el desinterés de la sociedad civil por el viejo modelo partidario terminará provocando una ruptura incontrolada del sistema de representación que nos hemos dado, y que ya no es creíble para una gran parte de la opinión pública.

    La herencia recibida

    La apelación de Rajoy a la herencia recibida y a la responsabilidad directa de su antagonista en la tarea de gobierno de la anterior legislatura desmanteló la crítica de éste, quien sin embargo supo poner de manifestó las debilidades del Gobierno popular: la situación límite de una comunidad nacional con más de la cuarta parte en situación de desempleo y la evidencia de una corrosión interna de extrema gravedad, el 'caso Bárcenas', que no tiene precedente en esta democracia, aunque la mayoría absoluta permita camuflar la evidencia hasta cierto punto.

    Además, Rubalcaba advirtió de un hecho que constituirá la más amarga herencia de esta coyuntura: la ruptura de todos los consensos sociales acuñados en estos treinta años ?en la sanidad, en la educación, en el sistema de protección social-, que generará un futuro convulso, de vaivenes constantes al amparo de las alternancias que tengan lugar.

    Ya no hay, lamentablemente, ni siquiera la intención de acordar las cuestiones de Estado? Salvo, quizá, la lucha contra la corrupción, asunto en que los grandes partidos tendrán que demostrar que el acuerdo no es un nuevo pasteleo para que todo siga igual.