Política

El PP dejó de contratar a Correa porque no se fiaba de él



    Javier Arenas, entonces secretario general del PP, y ya con la mosca detrás de la oreja, empezó a atar en corto a Francisco Correa, y ponía pegas a esas cuentas o pedía los números detallados, sobre todo cuando Correa se olvidaba de las instrucciones y volvía a emular al Gran Capitán. Este domingo, 'El País' apunta once casos de corrupción que afectan a organismos gobernados por el PP.

    Recuerdan en el PP -dice este domingo La Vanguardia- cómo empezó el declive de Francisco Correa, allá por los años 2001 y 2002. Ello no le impidió acudir como invitado y testigo a la boda de la hija de Aznar. Un lento declive hasta que en el 2004 Mariano Rajoy, ya presidente del PP, y Ángel Acebes, secretario general, cortan totalmente las relaciones con las empresas de Correa, que en aquellos momentos ya lleva, en lo que a montaje de eventos se refiere, Álvaro Pérez.

    Todos en el PP le conocían

    Todos en el PP saben y sabían quién era Correa, el jefe de la trama de empresas que estos días ha devuelto al PP a su historia, al ser detenido por Garzón. Pero Correa no era amigo de nadie, al menos eso dicen. Todos le recuerdan paseándose por Génova, por los actos públicos del PP, fotografiándose con todos - cuanto más arriba estaban, mejor-o acudiendo a fiestas, pero amigos, amigos, pocos, insisten en el PP.

    Ni siquiera Francisco Álvarez-Cascos, que era secretario general cuando Francisco Correa (Paco Correa le llamaban todos) empezó a tener negocios con el PP. Lo hizo tan bien desde el principio, y tenía tantas veces en su boca el nombre de Cascos, que no pocos, en las organizaciones territoriales, estaban convencidos de que su primera empresa, FCS, correspondía a las iniciales de Francisco Cascos.

    Mala opinión de Correa

    Y si pocos eran amigos -señala Carmen del Riego- la opinión que tenían todos de él, desde el principio, no era precisamente muy buena: "Tenía una avidez desmesurada por estar, pero no sabía estar", resume una de las personas que se relacionó profesionalmente con él en aquellos años, algo más de diez, en que fue un personaje más del paisaje habitual de la calle Génova.

    Aires de grandeza

    Una de esas personas afirma que lo que más le impresionó de él fue conocer el vestidor de su casa, "grande como mi piso", dice, con las chaquetas ordenadas por colores: primero las azules, un montón; luego las verdes, otro, "y todo un armario de abrigos de piel, largos, cortos, tres cuartos". Era alguien que no casaba en lo que entonces era la fama del PP: la austeridad de Aznar, heredada después por Ángel Acebes.

    Hay quien recuerda la comidilla que recorrió el PP, nunca verificada, de que Francisco Correa había hecho que su mujer viajara a Miami junto a su ginecólogo, en avión privado, para dar a luz allí. Eran "las cosas de Correa", algo "exótico"