El escenario presupuestario vasco tiene importantes incertidumbres además de las consecuencias implícitas de la crisis económica. Hay más de 1.000 millones en juego, que en la coyuntura económica en la que estamos pueden ser o la palanca para Euskadi o una espada de Damocles.... Y para todos ellos necesitan acuerdos.La parte que parece que tiene una resolución más inmediata son los Presupuestos del Gobierno vasco para 2014, en base al acuerdo que están apunto de firmar el PNV y el PSE. Los nacionalistas no han tenido más remedio que ceder a los planteamientos de reforma fiscal que reclamaba el PSE desde hace varios años, desde que Patxi López fuera el inquilino de Ajuria Enea, para poder aprobar sus presupuestos. Otro ámbito de negociación es el que mantiene el Ejecutivo de Urkullu con el equipo de Rajoy para dilucidar el Cupo (cantidad que Euskadi paga anualmente al Estado por las competencias no transferidas). Sobre la mesa están en litigio cerca de 1.000 millones que, según la parte vasca le tocaría ingresar a ingresar. Esos 1.000 millones no son Cupo como tal, sino el ajuste del total de los flujos financieros existentes entre Euskadi y Madrid del último quinquenio. Pero por ahora desde Madrid no se ve del mismo modo. En este contexto hay que entender la reunión del pasado verano entre Urkullu y Rajoy, en que no sólo hablaron de pacificación y que ha ido seguida de una oposición moderada y no muy beligerante del PNV al PP en el Congreso de los Diputados. El otro pacto de que depende las cuentas vascas es del nuevo juicio sobre las vacaciones fiscales, la multa podría ser descomunal. Las Diputaciones habrán de presentar muchas facturas que demuestren que han cumplido con la exigencia de devolución de las ayudas. Pero también grandes dosis de diplomacia, ya que en Bruselas ya no se fían de la palabra de los vascos. Irónico resulta que, después del tax lease, el litigio de ayudas fiscales vascas le vaya a caer también al vasco Joaquín Almunia en el final de mandato como Comisario de la Competencia.