Las burbujas y las crisis tienen efectos tan desiguales como la vida misma. Mientras más de un 20 por ciento de la población activa española malvive en el agujero negro del desempleo sin esperanzas de salir a corto o medio plazo, ex ministros como Miguel Arias Cañete o Cristóbal Montoro acarician la probabilidad de auparse de nuevo a sendas carteras ministeriales.Formo parte de los españoles a los que hizo gracia pero no sorprendió el desliz de la diplomacia francesa, que desveló públicamente hace menos de dos semanas que Arias Cañete competía en cabeza de la carrera -es el candidato front runner, que dirían los anglosajones- para dirigir el Ministerio de Asuntos Exteriores durante el inminente primer Gobierno de Mariano Rajoy. Igual que arrecian las quinielas que colocan a Montoro de nuevo en el Ministerio de Economía y Hacienda. De hecho, hace escasas semanas me crucé con Arias Cañete cuando yo salía del Berlaymont ?edificio que alberga la sede central de la Comisión Europea? y el ministeriable flanqueado por su séquito se dirigía a los ascensores que conducen a las plantas nobles de la eurocracia bruselense. Sí me sorprendió, y aún está por ver si es sencillamente una cortina de humo para desviar la atención y evitar que sus ambiciones terminen cayendo -víctima de la indiscreción gala- en la trituradora del hermético Rajoy, que desde entonces corre el rumor por Bruselas de que para lo que Arias Cañete realmente conspira es para recuperar el ministerio de Agricultura y Pesca que antaño ocupara bajo la Presidencia del Gobierno de José María Aznar, otro ex primer espada popular que estos días ha sido recibido por el Ejecutivo comunitario, concretamente por el conservador francés Michel Barnier, comisario europeo responsable de la cartera de Mercado Interior y Servicios Financieros. En los pasillos comunitarios se espera que, tras su segunda reencarnación en Agricultura y Pesca, el objetivo último de Arias Cañete sería tomar el relevo del socialista español Joaquín Almunia, actual vicepresidente de la Comisión Europea y responsable de la política de defensa de la Competencia: la competencia más emblemática de Bruselas y una de las pocas desde las que se ejerce un poder real. El mandato de Almunia expira en 2014, justo cuando Rajoy tendrá que servir en bandeja de plata a la opinión pública española las cabezas de varios de sus ministros que, tras haber ejecutado el duro programa de ajustes presupuestarios y reformas económicas que nos espera, mutarán en fusibles y no tendrán más remedio que resignarse a fundirse para que Rajoy remodele su Ejecutivo e intente sucederse a sí mismo en la Presidencia del Gobierno español tras unas elecciones generales a las que deberá acudir con caras nuevas y amables. Arias Cañete no aspiraría necesariamente a una vicepresidencia en Bruselas; y más que a la cartera bruselense de Competencia, su perfil se ajustaría al de comisario de Agricultura. Su salto a la arena comunitaria le garantizaría cinco años más de presencia en la primera línea política, un sueldo mucho más generoso que el de ministro español y, vista su edad y barba cana, otra jugosa pensión que sumar a sus ingresos una vez se jubile. Pero por edad, por exposición a las iras del votante y por antecedentes comunitarios -ambos han sido eurodiputados-, Montoro podría hacer el mismo cálculo: de oca a oca, y la cantidad de euros que me tocan.