Álvarez Cascos declara como testigo ante el juez por mandar presuntamente el polémico sms contra Sacyr
El caso, si es que hay caso, es oscuro y extraño: quien fuera vicepresidente del Gobierno de José María Aznar, Francisco Álvarez Cascos, ha de declarar ante un juez por haber enviado presuntamente un mensaje de móvil falso, remitido a numerosos destinatarios, que pudo provocar la caída en bolsa de Sacyr Vallehermoso durante la campaña electoral de las últimas elecciones generales.
La Brigada de Información Tecnológica de la Policía Judicial, tras recibir una denuncia de la empresa afectada, habría llegado a la conclusión de que la línea telefónica por la que se transmitió el mensaje fue contratada por una empresa de la pareja actual de Álvarez Cascos.
Obviamente, Cascos, retirado ya de la primera línea política, tiene perfecto derecho a la presunción de inocencia, y más en un asunto tan poco claro en el que concurren diversos elementos sorprendentes.
Polémico ingeniero
En principio, las vicisitudes de quien fue polémico ministro de Aznar, tan eficaz en su desempeño como intemperante y bronco en su quehacer político, deberían pertenecer ya al territorio de lo privado. Sin embargo, Álvarez Cascos, aunque fuera de las instituciones, gusta de opinar frecuentemente sobre la coyuntura y lo hace con afición y contundencia: la pasada semana, sin ir más lejos, puso a caldo a la actual dirección del Partido Popular, que no le agrada en absoluto.
Es, pues, lógico que sus adversarios y sus enemigos de toda índole -y ya ha explicado Bono como los principales enemigos políticos están siempre en el propio partido- aireen las contrariedades de este ingeniero rudo que pasó por el escenario político con escasa sutileza y demasiado ruido.