Análisis | El verdadero miedo de Artur Mas a celebrar unas elecciones plebiscitarias
EN DIRECTO | Todas las reacciones a la consulta. La situación catalana parece avanzar inexorablemente hacia unas elecciones plebiscitarias. Lo ha dicho Artur Mas, quien ha añadido de su exclusiva cosecha que esta fórmula "es la que más teme Madrid". Lo que frena a Mas en este momento y hace que se tiente la ropa antes de tomar esta decisión es la evidencia de que Esquerra Republicana ganaría esas elecciones según las encuestas.
De hecho, cuando Mas convocó las pasadas elecciones, también anticipadas, que se celebraron en noviembre de 2012 (las anteriores, ordinarias, habían sido el 2010), ya sufrió un severo castigo puesto que CiU perdió 12 escaños (ERC ganó 11). De ahí que el líder convergente imponga como condición para convocar tales elecciones plebiscitarias la de que todos los nacionalistas vayan en una sola lista, que él encabezaría; como es natural, ERC no termina de plegarse a esta pretensión ya que la formación republicana sueña con ser ella la que logre el objetivo histórico de la independencia. Según la RAC, Junqueras habría ofrecido a Mas entrar en el Govern con las consejerías de Presidencia y Gobernación.
Un plebiscito es una consulta popular sobre un asunto político, en tanto un referéndum versa generalmente sobre una norma -una constitución, una ley singular-. Y unas elecciones plebiscitarias son aquéllas en las que, en lugar de competir los partidos entre sí con un programa complejo y diferenciado, deciden polarizarse en torno a una cuestión, en este caso la de la independencia.
En definitiva, lo que Mas pretende con la complicidad de los nacionalistas es convocar unas elecciones autonómicas ordinarias a las que concurriría una coalición de todas las formaciones independentistas con este único leit-motiv rupturista en su frontispicio. De este modo, si ganaran los partidarios de la secesión, declararían la independencia en la primera reunión del nuevo parlamento.
El temor de nuevo a la Constitución
Obviamente, las elecciones plebiscitarias no tienen consagración constitucional, por lo que podrían interpretarse como fruto de un fraude de ley, que merecería con seguridad una intervención en defensa de la legalidad de parte del Gobierno o de cualquier otra instancia con capacidad para recurrir al Tribunal Constitucional. Y en este caso, no sería descartable que el Gobierno recurriese también al artículo 155 CE, que en su apartado primero prevé que si una Comunidad Autónoma "actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para" la protección del mencionado interés general.
Con toda claridad, la secesión unilateral de Cataluña no es posible. No lo sería tampoco la de un lander alemán o un estado norteamericano. Tampoco, por supuesto, a través de unas elecciones plebiscitarias. De forma que si el incansable Mas decide realizar este viaje absurdo, se encontrará de nuevo frente a un muro. El muro de una Constitución que aprobaron en 1978 más del 90% de los catalanes. De donde se desprende que sólo hay un camino practicable para desatrancar el problema catalán: el de la negociación y el pacto. Ganaríamos tiempo si todos los actores se convencieran de esta evidencia.