Política
Pedro Sánchez o cómo transformar el PSOE al ritmo que marca 'Podemos'
El principal valor que encarna y ofrece Pedro Sánchez al frente del PSOE es la incontaminación, es decir, su falta de biografía política vinculada al pasado socialista y a la travesía de la crisis económica, en la que quienes estaban en el poder se dejaron muchos pelos en la gatera. Esta característica, unida a la renovación generacional que representa, le permite disponer de una página en blanco en la que escribir el futuro a corto y medio plazo (al menos) de una formación que parece haber recuperado la ilusión con estas primarias que acaban de celebrarse.
Los resultados de estas elecciones directas otorgan a Sánchez una autonomía mucho mayor de la que se pudo prever. Ha obtenido casi el 50% de los votos, el 12% más que el siguiente en la competición, y con una participación del 66% de los militantes con derecho a voto en pleno mes de julio. Con estas cifras, será muy difícil que alguien intente y consiga mediatizarlo o convertirlo en rehén. Por más que la colaboración entre Sánchez y la presidenta andaluza, Susana Díaz, no parezca meramente coyuntural sino estratégica.
El nuevo secretario general del PSOE tiene de entrada dos cometidos que realizar: recuperar la clientela socialista devolviendo la ilusión a los viejos electores, y recuperar el control del espacio político de babor, en el que comparte ubicación con Izquierda Plural y con 'Podemos'.
Además, podría mencionarse una tercera misión, que es la de reconciliar a la opinión pública con el partido, después de la desafección que han manifestado las clientelas de PP y PSOE, en parte por la imparable corrupción, en parte también por la cerrazón de las organizaciones convencionales, totalmente impermeables y faltas de transparencia.
En sus primeras declaraciones, Sánchez ha hablado de su voluntad de realizar un "giro a la izquierda". Claramente, esta pretensión tiene que relativizarse porque en otras declaraciones se ha desmarcado de sus compañeros de hemisferio, especialmente de 'Podemos': ha llegado de decir que las ideas económicas de 'Podemos' podrían llevarnos a una situación parecida a la Gan Depresión de 1929.
Lo que sí hará Sánchez, si hay que creer en sus declaraciones de campaña, es recuperar el aliento socialdemócrata, que entró en un proceso de desatino y desorientación en el pasado reciente. Y lo hará sin abandonar el centro, porque sabe que en este espacio se juega la gobernación del país. De un país poco dado a ceder a tentaciones revolucionarias, aunque a veces se deje embelesar por la novedad de las formas que bordean la utopía.
En este sentido caminan sus declaraciones relativas a sus referentes políticos: González y Renzi. En el caso de este último, la afinidad está vinculada al papel que el primer ministro italiano está desempeñando en Europa, poniéndose al frente de la reclamación de más flexibilidad para conseguir avanzar antes y más deprisa en la carrera del crecimiento. No se trata, por ahora, de reformar los Tratados, sino de imponer una interpretación progresista de los mismos, frente a la ortodoxia paralizadora de Merkel en Alemania. Nada más lejos, en todo caso, de cualquier pretensión revolucionaria.
La tarea de recuperar la ilusión para los suyos y de reconciliarse con la opinión pública precisa, como es bien evidente, de una apertura del partido, que pasa por las elecciones primarias pero también por otras actuaciones. Sánchez ha ofrecido ya a los suyos 'asambleas abiertas', que no son, pese a lo que parece, concesiones al asamblearismo de 'Podemos' sino reuniones de los órganos ejecutivos con las bases para canalizar inquietudes, resolver dudas, efectuar propuestas, etc.
Además, tendrá que sugerir reformas del funcionamiento de los partidos: prohibición de donaciones privadas, apertura de listas electorales ?un designio complejo éste del que depende en buena medida la credibilidad del sistema representativo-, etc. Lo lógico sería que PP y PSOE convergieran en una nueva y revolucionaria Ley de Partidos que implantara la total democracia interna y la transparencia absoluta.
Cabe imaginar que, al menos en una primera instancia, la llegada de Sánchez supondrá un cambio de equipos, una renovación generacional, en todas las instancias del partido socialista, como ya sucedió con la llegada de Zapatero, a pesar de que entonces ?y se supone que también ahora- muchos provectos conmilitones consiguieron mantener su lugar bajo el sol tras aceptar el nuevo liderazgo (el caso de Rubalcaba fue paradigmático).
Han comenzado a circular quinielas de nombres, casi todas formadas por diputados rasos del PSOE, que sustituirán a los cargos institucionales del grupo parlamentario del Congreso; el nuevo secretario general, cargo que todavía ostenta Madina, podría ser el malagueño Miguel Ángel Heredia, el hombre de Susana Díaz en la Cámara Baja, en tanto se da por seguro que el cargo de portavoz recaerá en una mujer, que no será Soraya Rodríguez. En definitiva, empieza una nueva era, que habrá que seguir con atención porque en ella se cifra nada menos que el futuro que a todos nos abarca.