Política

La columna invitada | Y el Gobierno, de campaña

    Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, en un acto de partido. <i>Imagen: EFE</i>


    Si alguno de ustedes tenía la tentación de creer, aunque fuera por un rato, a esos políticos mitineros que se dan golpes en el pecho diciendo que ellos trabajan por la gente, o incluso a los que el único argumento que encuentran para defenderse de la corrupción es decir eso de que "no todos los políticos somos iguales". Si tenían esa tentación, repito, no caigan en ella.

    Día tras día nuestra clase política se gana a pulso que nuestra desconfianza hacia ella no sólo se mantenga sino que aumente. Véase la información que hoy publicamos, en este mismo periódico, en la que se advierte que la tibia reforma de las administraciones públicas que prepara el Gobierno (si es que realmente la llevan a cabo al final) sólo bajará el gasto público, en el mejor de los casos, un 1,5 por ciento.

    La prometida austeridad

    ¿Qué reforma es esa para un Gobierno que se supone que iba a hacer de la austeridad y la eliminación de los gastos superfluos su bandera? Muy fácil. Es la reforma que se pueden permitir ahora que entramos en campaña electoral: primero con las europeas en un par de semanas y luego, casi sin solución de continuidad, con autonómicas, municipales y generales.

    Pero la realidad es que, tras esta fallida reforma, el nivel de gasto público sobre PIB de España quedará en el entorno del 42%, más o menos el mismo que tenía el Ejecutivo de Felipe González hace 18 años y sólo mejor que el del Gobierno Zapatero, cuando el entonces presidente regó la economía de estímulos improductivos y despilfarradores para librarnos de lo que, según él, no era una crisis económica.

    Es decir, que tras un largo viaje, estamos prácticamente donde estábamos. Atrapados por una sucesión de líderes políticos que sólo gobiernan en una clave que les permite a ellos mismos mantenerse en el poder o, si no, en clave de mantener en el poder a su propio partido. Pero claro, ¿quién es el valiente que se atreve a meter la tijera en un colectivo de tres millones de funcionarios?