Política

El análisis | De la esperanza a la ambición en la travesía del Cabo de Hornos

    Mariano Rajoy. <i>Archivo</i>.


    Rajoy ayer no era Rajoy, pero seguía siendo Rajoy. Firme, seguro, satisfecho y desafiante en ocasiones (como cuando retó a Rubalcaba a debatir sobre el sector eléctrico), el presidente dio ayer un recital de cómo sorprender sin salirse del guión, para anunciar su particular "nueva frontera" que cierra un tiempo de esperanza para pasar a la ambición después de atravesar con éxito, lo dijo así, el Cabo de Hornos. EN DIRECTO | Segunda jornada del debate sobre el estado de la Nación.

    Con traje azul oscuro y corbata a juego en tonos azules, Rajoy abandonó el gris de tantas otras ocasiones y hasta ese gesto de aburrida indefinición a la gallega para centrar el grueso de su discurso primero en un panegírico de su política y de sus reformas que nos han sacado del abismo, para arrasar después a una oposición desconcertada con un paquete de medidas contundentes y directas, con compromiso de fecha y forma la inmensa mayoría, y dirigidas más a recuperar la credibilidad y el voto perdido de la calle y su partido que a buscar el consenso y el diálogo con sus oponentes en la Cámara.

    Medidas de estímulo al empleo, al consumo y a la actividad económica que apuntan en la buena dirección, especialmente esa tarifa plana para los nuevos contratos indefinidos que supone una aproximación a su promesa de rebajar las cotizaciones sociales. Un impuesto revolucionario al empleo, que en España es de los más altos de Europa, y perjudica seriamente la competitividad de la empresas.

    Aviso a Artur Mas

    Contundente estuvo también el presidente en su aviso a Artur Mas y demás amotinados en el barco. El referéndum es ilegal y no se va a celebrar. Sin embargo Rajoy dejó una puerta abierta a la reforma de la Constitución en lo que se interpreta como un guiño al PSOE y a Rubalcaba para que se sumen, de una vez por todas y sin ambages, a las filas de la legalidad y del progreso.

    Y en el apartado de los fallos y omisiones, que los hubo, apuntar su olvido inicial a la polémica ley de aborto, la insulsa referencia a la corrupción y ese pasar de puntillas por el espinoso tema de la inmigración sobre el que echó balones fuera para poner la pelota en el tejado de la UE. Ahí sí fue Rajoy, genio y figura.