Política

El caso de Navarra o cómo tapar la corrupción con el fantasma de ETA en el poder

    Yolanda Barcina, presidenta de la Comunidad de Navarra.


    En Navarra, se ha destapado un relevante problema de corrupción, que afecta al corazón del régimen foral y del Gobierno encabezado por Yolanda Barcina, que alcanzó la investidura aupada por su partido, la Unión del Pueblo Navarro (UPN), y por el Partido Socialista (PSN-PSOE).

    En efecto, la vicepresidenta y consejera de Economía y Hacienda del Ejecutivo navarro, Lourdes Goicoechea, persona de confianza de Barcina, ha sido formalmente acusada en sede parlamentaria por la exdirectora de la Hacienda Tributaria de Navarra, que ha dimitido recientemente del cargo, de haber presionado sobre ella para que le proporcionase información concreta y lógicamente reservada sobre algunos contribuyentes, rectificase algunas decisiones y le proporcionase una copia del Plan de Inspección para saber si figuraban en él los clientes de su asesoría fiscal.

    Una asesoría que fue dejada en manos de su 'número dos' pero que, curiosamente, tenía la misma sede social y el mismo teléfono que el estudio de arquitectura del esposo de la vicepresidenta.

    Vía penal e investigación

    Esta información hiede, y debe ser dirigida hacia la vía penal pero también esclarecida en la comisión de investigación formada al efecto. Pero la presidenta de la Comunidad Foral, Barcina, está sorteando el caso con un pretexto mal intencionado, con el que condesciende el PP: una hipotética moción de censura formalizada por el PSOE recibiría seguramente los votos de Bildu, lo que la contaminaría. Ésta no es la cuestión que hay que dirimir.

    En 2011, las elecciones en la Comunidad Foral, que por primera vez registraron la comparecencia por separado de UPN y PP, arrojaron el siguiente mapa parlamentario: UPN, 19 escaños; PSN-PSOE, 9; Nafarroa Bai -que en esta ocasión no ha incluido a Eusko Alkartasuna-, 8; Bildu, 7; y PP, 4. Eso significa que, en una cámara de 50 escaños, la presencia de Bildu es incómoda e inquietante, pero es posible consolidar una minoría capaz de derrocar a UPN con la suma de PSN, NB y PP. Porque es de suponer que el PP no querría quedarse fuera de una censura contra la corrupción encaminada a provocar elecciones inmediatamente.

    ¿Alianza PSOE-Bildu?

    Ante las insuficientes explicaciones del líder socialista local, Roberto Jiménez, el PSOE federal ha tenido que aclarar con la debida contundencia, por boca de Valenciano, que el PSOE no va con Bildu a ninguna parte. Pero no es lícito permitir que los corruptos escurran el bulto tras el fantasma imaginario de los exetarras. El conflicto no es en absoluto ideológico.

    Y si se confirma la versión de la exdirectora de Hacienda, la cirugía tiene que llevarse a cabo con la mayor urgencia, por respeto a todos los navarros. Lo lógico -y lo democrático- sería que Barcina disolviera la cámara y convocara elecciones en cuanto concluya la comisión de investigación. Pero si no lo hace, también habrá que actuar. Porque, felizmente, los demócratas de la cámara vasca son muchos más que esa minoría que incluye a la izquierda abertzale.