Política

El análisis | ¿Hizo Alicia Sánchez-Camacho el trabajo sucio de Moncloa?

    Alicia Sánchez-Camacho, en primer plano, escuchando a Rajoy. <i>Foto: EFE.</i>


    Aunque ahora se niegue oficialmente en el PP y en el Gobierno cualquier posible concesión a Cataluña en este sentido, es impensable que Camacho esbozase su propuesta sin un mínimo aval de Génova y Moncloa. Rajoy, el catalán y su verdad. Las contradicciones de Montoro.

    Algo falló el lunes en la gestión gubernamental del 'problema catalán', precisamente en el flanco más sensible, el relacionado con el papel del Partido Popular en Cataluña. Como es conocido, Alicia Sánchez-Camacho había sido invitada a maitines -la reunión decisoria de pequeño formato que se celebra los lunes en la sede del PP-, un honor excepcional que se relacionaba sin duda con el papel que desempeña la líder de la formación gubernamental en Cataluña, pero ni siquiera -parece- llegó a intervenir, ni mucho menos a participar junto a Cospedal en la rueda de prensa: sus declaraciones sobre un nuevo modelo de financiación que tendría en cuenta la singularidad catalana desataron una colosal tormenta entre los barones del PP, lo que forzó el mutis de la dirigente catalana, que marchó corriendo desde Génova a Moncloa a despachar con Rajoy.

    Camacho mantiene la tesis, nada descabellada, de que el nuevo sistema de financiación debería plantearse con un límite a la cuota de solidaridad y con un fondo de compensación interterritorial que otorgara ayudas finalistas, encaminadas a promover el desarrollo de las regiones menos afortunadas, de acuerdo con el modelo europeo de los fondos de cohesión. Feijóo apoya analizar la propuesta de Camacho pero el dinero "se reparte entre todos"

    La propuesta cuenta con el apoyo del ministro catalán del Interior, Fernández Díaz, quien defiende el principio -tan razonable- de ordinalidad, por el cual ninguna región puede descender en el ranking de PIB per capita después de abonar la cuota de solidaridad.

    Aunque ahora se niegue oficialmente en el PP y en el Gobierno cualquier posible concesión a Cataluña en este sentido, es impensable que Camacho esbozase su propuesta sin un mínimo aval de Génova y Moncloa.

    Más bien hay que pensar que la jefa de filas del PP catalán lanzó un globo sonda con sus declaraciones y ha sido la respuesta obtenida la que le ha obligado a replegar velas.

    Y es que la formulación de un tratamiento singular para Cataluña, equivalente al ?pacto fiscal?, es invendible porque levantaría ampollas, como es natural, en el resto de comunidades.

    La única posibilidad de que Cataluña disfrute del modelo de financiación al que aspira es el -salto federal-, que abarcaría al conjunto del Estado, con un límite generoso y común a la solidaridad y un único fondo de compensación interterritorial basado en los criterios mencionados y nutrido por las comunidades más pudientes de acuerdo con su riqueza relativa.

    La reforma del sistema de financiación podría plantearse con estos mimbres, abandonando el viejo modelo de la LOFCA. Pero lo lógico sería proceder a una reforma constitucional, que atribuyera a las comunidades las fuentes de ingresos, acentuara su autonomía financiera, diseñara el fondo de redistribución y concediera a los entes federados la potestad legislativa a través del Senado, según el modelo del Bundesrat alemán.

    En cualquier caso, de lo sucedido se desprende la evidencia de que el problema catalán no se resolverá por el procedimiento de esperar a que escampe la tormenta. El propio Gobierno lo ha visto así, aunque la desafortunada irrupción de Sánchez-Camacho sin paracaídas ni red obligue ahora a revisar la estrategia y a replantear todo el proceso de contrapartidas con que detener el impulso centrífugo de la reclamación catalana.