El análisis: Rubalcaba y Chacón son más de lo mismo y la tercera vía de López no es creíble
La rutina partidaria, aplicada al poszapaterismo, trató de resolver la sucesión del líder por le procedimiento ordinario: el heredero natural, que realizó las exequias del finado políticamente, frente al aspirante aguerrido que trata de aprovechar la coyuntura para imponer sus pretensiones. Rubalcaba, brillante gestor con muchas tablas, encargado de la ingrata tarea de cerrar el gobierno y traspasar la autoridad, creyó legítimamente llegada la hora de dejar de ser escudero fiel para convertirse en líder. Y Chacón, la discípula aprovechada del zapaterismo, el icono del régimen, la protagonista de aquella imagen inefable del embarazo castrense, intentó disputar al padre la primogenitura. Todo había de quedar igual en ambo casos: el poszapaterismo se creía llamado a reinar en cualquier hipótesis, con uno u otro representante.
Pero no. El planteamiento era demasiado simple. Los partidarios del centro-izquierda habían quedado profundamente defraudados de la experiencia anterior. Comprendieron, quizá, que Zapatero se inmolase, acatase las órdenes de Berlín/Bruselas "costase lo que costase" para no acarrear la responsabilidad histórica de sacar a España del euro, eventualidad que no estaba en el imaginario colectivo de su generación. Pero en modo alguno estuvieron dispuestos a aceptar segundas partes.
Quien quisiera encabezar en el futuro el estandarte progresista, europeísta, socialista, debería plantear un proyecto nuevo, compatible con la pertenencia europea pero dispuesto a forzar la reconsideración de los antiguos axiomas, la reinvención de la izquierda, el redescubrimiento de los partidos políticos, la sublimación de una democracia más abierta y participativa.
Y en esas estamos: el dilema ya no está entre Rubalcaba y Chacón, que son más de lo mismo. Ni es creíble la tercera vía de Patxi López, carne de su carne. La izquierda de este país ya no está dispuesta a transigir con aquella versión acomodaticia y resignada a pasar por el aro neoliberal con tal de no crear conflicto en Europa. Por eso el futuro del socialismo se debate fuera de los escenarios tradicionales de Ferraz o de Nicaragua. Está en las cátedras, en los libros, en los artículos de prensa, en las redes sociales. Y sus ejecutores predestinados rondan apenas probablemente los cuarenta años.
Los futuros líderes del socialismo, cuyos nombres nos suenan seguramente poco, serán los que seduzcan a las muchedumbres en los preparativos de las sucesivas primarias que se avecinan, lo quieran o no los guardianes del templo. En octubre del 2009, Luigi Bersani se convertía en secretario nacional del Partido Democrático italiano en reñida pugna en primarias con otros contendientes. Recientemente, regresaba a la lid política en unas segunda primarias para encabezar el cartel del partido en las generales que acaban de tener lugar. Hubo cinco candidatos: el secretario del Partido Democrático, Pier Luigi Bersani, de 61 años, favorito desde el primer momento. Matteo Renzi, de 37 años, alcalde de Florencia. Nichi Vendola, de 54 años, presidente de la región de Puglia. Laura Puppato, de 55 años, política véneta, y Bruno Tabacci, 66 años, miembro de la administración municipal de Milán. Hubo una pugna brillante y creativa entre Bersani, exministro con Prodi, y el alcalde de Florencia, Matteo Renzi. Más de cuatro millones de simpatizantes y afiliados fueron a votar tras inscribirse y pagar dos euros. Ganó Bersani con el 44,5% frente al 36,5% de Renzi? Éste es el camino para que el PSOE encuentre un nuevo liderazgo.