La necesidad de un gobierno económico conjunto para Europa
En una situación como esta, y con elementos suficientes para coordinar una acción conjunta, se impone la necesidad de un gobierno global para toda Europa, capaz de coordinar política estatales anticrisis.
El pasado miércoles, en el curso del encuentro que Rodríguez Zapatero mantuvo en Bruselas con la Comisión Europea, manifestó las preferencias españolas durante su semestre de presidencia el objetivo fundamental será ?la recuperación económica- y, tras confirmar a Almunia en su consejería, otorgar su apoyo a Barroso y desear una renovación rápida de la Comisión después de las elecciones de junio para evitar un vacío de poder, se mostró partidario de fortalecer el poder económico de la Unión.
La idea coincide con una demanda permanente de Sarkozy, quien ha defendido constantemente la tesis de que, en materia económica, la Unión debe dotarse de un poder ejecutivo, capaz de marcar directrices de política económica y de gestionar con eficacia el presupuesto comunitario. Un presupuesto que hoy está por debajo del 1% del PIB conjunto y que para los europeístas debería crecer significativamente.
La dirección de una política económica
En efecto, no es razonable que la Unión disponga de una moneda común, que le obliga a mantener una política monetaria única, y de un Banco Central Europeo encargado (casi en exclusiva) de velar por la estabilidad de los precios, sin un gobierno europeo del que el BCE sea lógicamente independiente- que dirija una política económica que, en momentos del actual, debería ser intensamente anticíclica.
No se trataría es obvio- de arbitrar una nueva centralización, que no tendría sentido. Los distintos países presentan diversas peculiaridades que los enriquecen y que no deben cambiar, y los ciudadanos de todos ellos están en su derecho a optar entre políticas nacionales distintas por vía de las urnas. Sin embargo, sí debería competir al estadio propiamente europeo una serie de atribuciones supranacionales. Y en concreto, la gestión de la solidaridad interterritorial los fondos de cohesión, que tanto nos han beneficiado y que ahora tratan de redimir a los nuevos socios-, las políticas anticíclicas, las grandes infraestructuras europeas, las redes de la Sociedad de la Información, etc. Es evidente que si este gobierno económico existiera, resultaría mucho más fácil y productivo coordinar las políticas estatales anticrisis, de forma que nadie pudiera ya temer que los esfuerzos de reactivación que realiza beneficien en realidad a los demás países y no al propio.
La propuesta de González
Lo explica hoy Felipe González en un resonante artículo que presagia cuál será su posición al frente del comité de sabios de la UE: la Unión debe hacer un esfuerzo, acompañado de acuerdos sociales, económicos y políticos con todos los actores, para incrementar las políticas anticíclicas, que rescaten y saneen el sistema financiero, capitalizándolo, y que aumenten la inversión pública generadora de empleo, porque la recesión sigue profundizándose y pocas área económicas tienen márgenes para cambiar la tendencia. Tiene razón Obama cuando pide ese esfuerzo mayor y coordinado.
Si no se produce esta coordinación, si cada Estado europeo se mira su propio ombligo en tanto comparte con los demás la moneda única, la precaria integración europea podría acabar siendo un lastre y no un activo en el camino de la reactivación. Deberíamos meditar intensamente sobre el particular.