El pacto de Estado es inaplazable: PP y PSOE deben aliarse para luchar contra el paro
Han saltado todas las alarmas: la cifra del desempleo al concluir el primer trimestre -4.010.700 desempleados-, y que hoy mismo habrá de ser con toda seguridad todavía más abultada, supera dramáticamente todas las previsiones.
No hace siquiera un mes que el Gobierno negaba todavía que pudiéramos alcanzar este año los cuatro millones de parados. Y a este paso, cuando el sector construcción se ha paralizado prácticamente y empieza a desmoronarse el sector servicios, podríamos llegar fácilmente a los cinco millones de desempleados al término de 2009.
Cifras alarmantes
Otros indicadores de la EPA ratifican la gravedad de la situación: en sólo tres meses, de enero a marzo, el paro ha crecido en 803.000 personas. En ese período, se han destruido 766.000 puestos de trabajo. En el último año, el paro ha crecido en 1,8 millones de personas y se han destruido 1,3 millones de empleos. Nunca, desde que se registra estadísticamente el desempleo, ha había habido tantos parados en España ni el paro había avanzado a un ritmo tan precipitado.
Es evidente que nos encontramos en una situación delicada, de verdadera emergencia nacional. Las terapias aplicadas, que han generado ya un relevante déficit público que lastrará el país a largo plazo, no consiguen siquiera mitigar la tendencia catastrófica. La crisis está siendo tan acentuada y profunda que las acciones para detenerla resultan irrelevantes. Y, lo que es más grave, todo indica que no estamos todavía en el fondo del pozo, por lo que el drama, con más de un millón de familias con todos sus miembros en paro, puede todavía empeorar.
Un pacto de Estado por la crisis
En estas circunstancias carece de sentido -y es además gravemente ofensivo para la opinión pública, lógicamente atemorizada por la coyuntura- que Gobierno y oposición sigan debatiendo en público si son galgos o podencos. La teoría democrática clásica explica que los gobiernos de concentración, las "grandes coaliciones", se justifican en situaciones de emergencia nacional, cuando es preciso agrupar todas las fuerzas para empujar en la misma dirección de supervivencia. A todas luces, se dan aquí estas condiciones. No se trata, es obvio, de alcanzar un gobierno de coalición sino de conseguir un gran pacto de Estado contra la crisis.
No es moralmente legítimo que PP y PSOE sean incapaces de ponerse de acuerdo en lo que puede hacerse contra la tragedia colectiva. No es éticamente permisible que el parado de larga duración no tenga la seguridad de que desde el Estado se está haciendo todo lo posible para remediar su postración.
Conviene sacar estas cifras terribles de la estadística para sugerir su auténtico significado social. Porque estamos al borde del hambre física de un colectivo significativo de ciudadanos, y arrojando a la miseria material a otros muchos. Este país que fue próspero hasta ayer, está entrando en una fase muy delicada de desequilibrio y fractura. No podemos hacer como si nada hubiera ocurrido.