La industria vasca empieza a pedir el shale gas para poder competir

  • Ve que sus competidores de EE.UU. pagan un 66% menos por el gas


El camino del shale gas (gas no convencional) que en el país vasco se conoce como fracking (en alusión a la técnica más utilizada en EE.UU. para su extracción) no va resultar sencillo. Desde que en octubre de 2011 se desvelara la existencia de una gran bolsa de gas ha primado la movilización social y política en su contra, pero en estos momentos cuando se analiza el dinamismo que este gas está insuflando a la economía norteamericana se empiezan a oir voces que piden que se estudie las posibilidades de explotación de la bolsa de gas existente en el subsuelo vasco, con el objetivo de abaratar los costes energéticos.

El caso más claro ha sido el de la siderometalúrgica Tubos Reunidos, grupo altamente internacionalizado y que uno de los mercados principales en los que opera es Estados Unidos. En este sentido el nuevo director general de Tubos Reunidos, Enrique Arriola, indicó que los bajos precios energéticos en Estados Unidos, derivados de la generalización del shale gas, 'nos genera una presión competitiva' porque 'nos afecta por la vía del coste. El coste del gas en Estados Unidos es hoy un tercio de lo que tenemos aquí'.

Esto supone que la industria norteamericana paga casi un 66 por ciento menos en su factura energética que la vasca, lo cual es un enorme diferencial cuando compiten sus respectivas industrias.

Semanas antes, en una conferencia en la Cámara de Comercio de Bilbao, el presidente de Enagas, compañía con importantes activos en Euskadi, constató que el shale gas 'ha revolucionado la industria gasista' y ha colocado a EE.UU. en una posición de ventaja, con beneficio directo para su industria y si decide exportarlo puede mitigar su déficit comercial. Por tanto, Antonio Llarden dijo que 'si tuviéramos shale gas en España o en el País Vasco mi opinión personal sería utilizarlo', pero recalcando que siempre en 'en condiciones de seguridad y respecto medioambiental'.

Cambios en Vitoria

La posición del Gobierno vasco en materia del gas no convencional ha cambiado en varias ocasiones.

Cuando se conoció la existencia de la bolsa de gas el gobierno vasco encabezado entonces por el lehendakari Patxi López y el titular de la cartera de Industria, Bernabé Unda, se volcaron con la iniciativa y se lanzaron a constituir un consorcio, con las firmas norteamericanas Heyco y Cambria, para explorar si era posible extraer comercialmente el gas del subsuelo alavés. Para ello cuantificaban las inversiones a realizar en cerca de s 100 millones en prospecciones y otros proyectos. Sus estimaciones apuntaban pudiera existir una bolsa de gas de unos 184 bcm, el equivalente al consumo de gas de toda España durante 5 años o el vasco durante 60 años y su traducción a números podría levarse hasta los 30.000 millones, el equivalente a la mitad del PIB anual de Euskadi.

Sin embargo, con el cambio del Gobierno, con la llegada del lehendakari Iñigo Urkullu y la titular de la cartera a de Competitividad, Arantxa Tapia, las primeras manifestaciones se decantaban por desinflar el proyecto en base a cuestiones medioambientales. Sin embargo, más recientemente, Tapia ha aclarado que el Gobierno aboga por las prospecciones experimentales para saber lo que hay en el subsuelo y después analizar si es posible extraerlo con todas las garantías.

Crisis energética en Europa

El presidente de Petronor, Josu Jon Imaz, en una charla en Bilbao auguró que se avecina una crisis energética en Europa, ya que el gas es el fijador de los costes energéticos en la Industria. Indicó hasta 2009 el precio del gas iba paralelo en Europa y EE.UU., pero hoy no. 'Hoy un buen contrato de gas de una empresa aquí estará pagando 11 dólares y su competidor americano paga 3,5 dólares, tres veces menos' y añadió que para la Industria vasca la energía es su mayor coste.

Contrasentido global en las emisiones de CO2

Otro gran debate que en estos momentos está lanzando Josu Jon Imaz, presidente de Petronor y Director de Nuevas Energías del grupo Repsol, y tiene que ver con los costes y la efectividad real que suponen las medidas de protección medioambiental europeas.

En el transcurso de la asamblea de la patronal vizcaína Cebek, en Bilbao, Josu Jon Imaz ilustró el contrasentido que suponen las legislaciones de reducción de emisiones de CO2 cuando éstas implican que la producción industrial asociada a ella se traslada a otros países, principalmente a los países emergentes, donde las leyes medioambientales son mucho más laxa que la europea, con lo que las emisiones de CO2 no sólo no se reducen, sino que se multiplican a nivel mundial. El efecto contrario al buscado.

Pero además, para Imaz la contradicción es todavía más grave al constatar que los países europeos que han dejado esa producción industrial (trasladada a los países emergentes), siguen consumiendo los mismos productos, mientras se destruye el empleo que había en Europa en dichos sectores.

En este contexto contradictorio, de mayor desempleo en Europa y mayor contaminación mundial, Josu Imaz reclamó que 'cada directiva europea medioambiental debe ir acompañada de un análisis de su impacto en la economía'.

Imaz ilustró su reflexión indicando que en Francia ya han cerrado 4 refinerías por los sobrecostes de las medidas medioambientales, sin que eso haya implicado que la reducción del consumo de carburantes, sólo que si se necesita en algunos casos se compra en otros países en que perviven refinerías menos eficientes ambientalmente.