Bustinza, una saga familiar que lleva la innovación del diseño a la joyería
Bustinza es un nombre propio con dos acepciones: por un lado, una saga de empresa familiar de origen bilbaíno y, por otro, una marca de joyería de calidad que cada despierta gran interés y expectación en la las ferias internacionales, como Iberjoya que se celebra en septiembre.
El origen de esta empresa familiar hay que buscarlo en Domingo Bustinza (el abuelo), que empezó a comprar joyas las fábricas que había en esos años en Córdoba, para después venderlas de pueblo en pueblo, a los comerciantes locales y en hospitales. Domingo logró tener su propio establecimiento en la Plaza del Museo de Bilbao, después pasó al Casco Viejo.
La segunda generación, en que cogió el testigo Juan Bustinza, con el apoyo de su esposa María Victoria, comenzó la fase de apertura, abriéndose a las ferias de joyería y ampliando sustancialmente la clientela. Consolidaron el negocio, se centraron en la venta mayorista y supieron transmitir el amor por la joyería a sus hijos, que desde niños conocieron la joyería desde dentro.
Ahora la tercera generación de Bustinza (Cristina, Juan y Victoria) diseña, personaliza las colecciones, fabrica y vende principalmente a mayoristas. El diseño propio les permite tener, según explican, un producto más exclusivo 'que es lo que nos diferencia'.
Recuerdan que antes el mercado de la joyería era muy lineal, las piezas estaban de moda muchos años, pero ahora 'el mercado te exige cada vez cosas nuevas, diferentes y tienes que moverte mucho. La moda también llega a la joyería, se llena de color, las piezas se hacen más grandes. Nuestro éxito es que estamos acertando con el diseño de las colecciones, gustan'.
A estos tres hermanos les gusta experimentar con materiales atrevidos, como el oro negro o materiales no convencionales para atraer al público joven, que no le va la joya ostentosa, pero que quiere género exclusivo y de calidad. También trabajan con joya clásica basada en materiales de gran calidad como diamante o piedras preciosas (rubí, zafiro y esmeralda).
El mundo como mercado
El mercado principal de Bustinza es España, pero su presencia en ferias sectoriales internacionales como en Ifema, Italia o Hong Kong le ha reportado clientes en países como Francia, Portugal o Venezuela. No ocultan que quieren internacionalizarse más, pero sin perder 'nuestra esencia, nuestra línea, innovando y disfrutando de la joyería'. Tienen muy claro que para crecer hay que hacerlo con cabeza, ya que una expansión rápida, puede ser muy cara y resultar fallida.
Pero para proveerse, los hermanos Bustinza se recorren el mundo entero en busca de materiales y piedras 'vamos a Turquía, China, Tailandia, Italia, donde haga falta a comprar y coger ideas'.
Otro elemento diferenciador de Bustinza es la rapidez del servicio, desde que un cliente encarga una colección hasta que la tienen en su poder pasan muy poco tiempo.
También tienen muy claro que el servicio postventa es determinante en su negocio. 'Si hay cualquier problema, sea responsabilidad nuestra o no, lo solucionamos. La rapidez vuelve a ser determinante también en esto'.
Un equipo de basket
Desde niños han 'mamado' el negocio familiar. Siendo muy jóvenes acompañaron a sus padres a ferias de joyería internacionales, a visitar clientes y ayudaban en el almacén.
Si se les preguntan cuando empezaron a trabajar en joyería no saben decir una fecha, lo han hecho 'desde siempre'. Pero poco a poco, con la experiencia adquirida, empezaron a opinar, a plantear ideas nuevas para el negocio y a asumir las nuevas iniciativas.
Victoria es la mayor y se encarga de las compras; Juan, el mediano, se centra en la labor comercial; Cristina, la pequeña, es la que lleva la contabilidad. Bromean al afirmar que son como un equipo de baloncesto: con la base, el pivot y el alero, que juegan coordinados.
Lo que es la empresa en si suman ocho personas, los tres miembros de la familia, más cinco empleados. Su volumen de negocio anual ronda 1,5 millones.
Entre los hitos personales de estos tres jóvenes empresarios recuerdan una colección muy especial, que fue toda una revolución para la firma Bustinza. Hace ya unos años, cuando ayudaban a sus padres con el negocio y se avecinaba a la hora de asumir el relevo generacional propusieron una colección muy atrevida, con oro negro y brillantes negros. 'Era un producto muy radical. Cuando llegaron las piezas nuestros padres nos miraron con gran asombro e incredulidad. Pero después fuimos a una feria internacional en que la respuesta de los clientes fue sorprendente, se agotaron todas las existencias. Fue todo un éxito. Es uno de esos momentos en que dices ¡bien!'.
Sus padres ya jubilados, siguen desde cerca la trayectoria de sus hijos, siguen siendo el alma de la empresa.
Los tres hijos reconoce que ha sido su padre, Juan, 'el que ha puesto la empresa donde está, nosotros le hemos dado un toque más moderno, pero todo ha sido gracias a él, un trabajador incansable, un comercial nato. Los clientes los ha hecho amigos y eso ha sido fundamental para que nosotros pudiéramos seguir con el negocio'.
El cliente pide tendencia, moda
Aunque la joya pude parecer un negocio muy clásico y para un mercado muy reducido, lo cierto es que los hermanos Bustinza han sabido responder a un mercado que ha dejado de ser estático, para reclamar tendencias, moda y exclusividad. Ahora ultiman los detalles de su colección para la feria Iberjoya, que se celebra en Ifema-Madrid, del 12 al 16 de septiembre.