Opinión

La potencia sin control no sirve de nada

  • Es clave para Trump bajar los tipos de interés a largo plazo
  • El presidente de EEUU intenta acelerar medidas que el mercado es incapaz de digerir
Marc Ciria i Roig, presidente ejecutivo de Diagonal Asset Management. EE

Marc Ciria i Roig
Barcelona,

¿Recuerdan el anuncio del gran velocista Carl Lewis en la zona de salida de los 100 metros lisos con zapatos de tacón? De las mejores representaciones en las que se evidencia que la potencia sin control no sirve de nada… y eso nos lleva a la política actual de Trump en este segundo mandato. A diferencia del primero, en la actual legislatura lleva poco tiempo, cuenta con la mayoría en las dos cámaras de representantes y, lo más importante, ha sufrido una pérdida de talento evidente en los asesores en materia económica. Ahora quedan hooligans: incluso con Elon Musk, parece que han acabado como se esperaba, mal o peor.

De todos sus asesores, parece que es el secretario del tesoro, Scott Bessent, un hombre de mercado y ex gestor de hedge funds, quien tiene una perspectiva más razonable y promercado, y ha ayudado al cambio de discurso de Trump en estos últimos días, en los que ha ido suavizando las amenazas arancelarias tras una reunión one to one con el propio Bessent.

Trump, consciente de que es un último mandato y es de cuatro años, intenta acelerar medidas que el mercado es incapaz de digerir, buscando cumplir sus tres grandes objetivos en materia de política financiera. El primer gran objetivo, el retorno de empresas industriales a Estados Unidos. ¿Pero cómo haces para tener mano de obra barata mientras expulsas a la inmigración no cualificada? Un primer gran sinsentido. ¿Entonces, quién paga el incremento en la producción? Menos margen para las empresas, que serán penalizadas por el mercado y caerá su valor. O subes el precio de venta y lo repercutes en el consumidor, con lo que las ventas bajaran, ya que el poder adquisitivo se sigue debilitando para las familias.

Bajada de tipos (pero no los de la Fed)

Por su parte, el segundo, devaluar el dólar, lo está consiguiendo: divisa más barata, mejor precio en importaciones, con el dólar llegando a niveles de 1,13 respecto al euro. Por último, está bajando los tipos de interés, pero no hablamos de los tipos de la Fed, sino de los tipos a largo plazo, que son los importantes. Los que determinan cómo te financias y lo que pagas por la deuda del país, con el agravante de que este año vencen 9 billones de dólares del tesoro americano.

En resumen, Trump sólo podrá cumplir su promesa de bajar impuestos si consigue refinanciar la deuda a tipos claramente más bajos, por tanto, menos coste de intereses. No podemos olvidar que este año es el mayor de la historia en el vencimiento de deuda del tesoro americano. Son 9 billones a devolver sobre un total de 36 billones emitidos; por lo tanto, hablamos de una cuarta parte del total de deuda emitida.

Es clave, por tanto, y esencial para Trump, bajar los tipos de interés a largo plazo, y así acometer la reducción prometida de impuestos. ¿Pero esto está ocurriendo? Lo cierto es que, de momento, no: los tipos a diez años están por encima del 4,3% y los tipos a treinta años llegaron al 4,99% en enero. La venta masiva de bonos del tesoro americano por parte de China como respuesta al incremento desorbitante de los aranceles ha provocado el incremento de los tipos de interés a largo plazo, un disparo al pie que será difícil de reconducir por parte de la administración que preside Trump.

Efecto bola de nieve

El efecto bola de nieve contagia al resto de inversores institucionales que, observando las ventas masivas por parte de China de la deuda americana, se suman por precaución y miedo creando una pérdida de confianza en los mercados financieros. Trump ha impuesto aranceles a China de hasta el 145%, y se ha llegado a sugerir que, en un futuro, estos puedan alcanzar o superar el 200%. ¿Y cuál ha sido la respuesta? China impone hoy aranceles del 125% a Estados Unidos. En resumen, ha terminado cualquier posibilidad de intercambio y negocio entre estos dos países, hasta el punto de afectar a muchas empresas americanas, que están padeciendo la imposición de medidas más propias de un temerario que de un estratega.

Es cierto que Trump declaró posteriormente que los aranceles a China del 145% no serían aplicables a las compañías tecnológicas, telefonía móvil y equipos informáticos; pero lo cierto es que no hay que ser premio Nobel para saber las dos grandes consecuencias de la imposición de aranceles. La imposición de aranceles incrementa el precio de los productos, siempre, sin excepción. Asuma el incremento de costes las compañías o repercutiendo el incremento al consumidor. Y las dos consecuencias son negativas, bien por la disminución del valor de la empresa, o bien por la bajada de ventas al consumidor final.

¿Y adónde nos lleva este escenario? Veamos los índices de confianza del consumidor, que son índices avanzados que muestran un empeoramiento muy severo, y aunque sean únicamente encuestas, nos dan una sensibilidad clara del mercado financiero y las expectativas reales a corto y medio plazo. Únicamente como ejemplo, las expectativas de inflación a un año vista están por encima del 6%, lo cual significa un incremento alto de los precios; si eso pasara, la Fed no podría bajar los tipos de interés, ya que deberá controlar la inflación.

Venta indiscriminada de deuda

El mercado arrincona a Trump con la venta indiscriminada de deuda, haciéndole saber de forma inequívoca que su política de imposición arancelaria perjudicará a Estados Unidos en mayor medida que al resto de mercados financieros. Y únicamente esta amenaza ha desembocado en la tregua de 90 días, el miedo de Trump ante el mercado financiero.

Otros indicadores de referencia, como el famoso "Miedo vs Codicia", están en mínimos históricos. Tanto es así que, con un margen de 0 a 100, se situó en 4, transmitiendo un auténtico pánico no visto en décadas. A nivel de análisis técnico, estamos en niveles claves, la caída del S&P es tan vertical que se ha llegado a perder el 50% de la subida de los últimos tres años. Volatilidad disparada, miedo extremo, desconfianza en niveles críticos y, aunque hemos visto la mejor semana desde el año 1923 de la bolsa americana, lo cierto es que el mercado está castigando severamente una política aparentemente sin previsión, sin asesoramiento profesional y sin talento contrastado y contrastable.

¿Y ahora qué?

Trump es consciente, tanto por la caída del mercado como por el deterioro del ahorro del inversor americano, que debe rectificar y negociar. No podemos olvidar que parte importante del ahorro de los americanos está en el mercado de renta variable, creando un efecto riqueza debido al incremento de las valoraciones y los índices bursátiles. Si sumamos que el 70% del PIB americano es consumo, y que los índices empiezan a caer de forma vertiginosa, el efecto contagio en la reducción drástica de consumo será inmediato.

La clave será ver la evolución de los tipos a largo plazo: deben bajar. Si no bajan, el mercado padecerá de forma severa, de ahí la presión del mercado hacia la política de Trump para provocar un cambio de discurso y evitar un desboque en la inflación y en los tipos de interés a largo plazo.

Semanas interesantes, en las que deberíamos tener cierta tranquilidad, esperando la fecha de vencimiento del periodo de no imposición arancelaria. Ahora la negociación será clave, aunque el punto de partida que propone Trump es desorbitado, y eso, inequívocamente, provocará una alta volatilidad y un riesgo en el que debemos medir muy bien la exposición a renta variable. Y, sobre todo, siempre en pro de la protección del patrimonio de nuestros clientes, que son nuestra razón de ser.