Opinión
El valor seguro de las finanzas éticas
Rose Serrano
Saber que cerca de 100 millones de personas han caído en la pobreza en todo el planeta durante la pandemia de covid-19 (según el Banco Mundial) hace que invertir de forma responsable para ayudar a las personas de bajos ingresos a mejorar sus vidas sea más importante que nunca. Este propósito no es algo aislado. Así lo creen más de 60 millones de personas en el mundo que deciden ahorrar, invertir o trabajar con una entidad financiera ética. Bajo la etiqueta de "banca ética" o "banca con valores" se engloban ya más de 70 bancos, cooperativas de crédito e instituciones de microfinanzas pioneras, activas en 44 países de los cinco continentes. Se agrupan en la Global Alliance for Banking on Values (GABV), una red de entidades -entre ellas Oikocredit- que utilizan las finanzas para lograr un desarrollo económico, social y ambiental sostenible y que actualmente administra más de 210.000 millones de dólares en activos combinados.
Pero estos 60 millones de clientes de 70 bancos no son suficientes para llegar a todas las personas y proyectos que necesitan financiación para su desarrollo, no solamente en términos sociales y de inclusión financiera, sino también de impacto medioambiental. Es por esto que, con motivo de la Conferencia sobre Cambio Climático COP27 recientemente celebrada en Egipto, la GABV ha hecho un llamamiento al sector financiero para evitar el greenwashing y que las entidades respalden su retórica con acciones. Durante la Conferencia COP26 celebrada en Glasgow el año pasado, los principales bancos a nivel mundial y entidades financieras emitieron declaraciones y compromisos públicos para hacer frente al cambio climático y contribuir a los objetivos de reducción de emisiones de carbono. Sin embargo, según un informe de Finance Watch publicado el pasado mes de octubre, se estima que 60 de los bancos mundiales más grandes tienen alrededor de 1,35 billones de dólares expuestos a activos de combustibles fósiles.
Precisamente para evitar el falseamiento de datos o el llamado blanqueo ecológico o greenwashing, la ONU acaba de presentar en el marco de la COP27 un informe elaborado por el grupo de expertos de alto nivel sobre los compromisos de emisiones netas cero para exigir que los compromisos adquiridos sean ciertos. Como alerta la presidenta del grupo de expertos, Catherine McKenna, «el planeta no puede permitirse más retrasos, excusas o blanqueo ecológico».
Crecer sin renunciar a los valores
En este contexto de emergencia climática y crisis social y económica que vivimos, ¿es posible crecer y, al mismo tiempo, mantener la coherencia con los principios y valores que sitúan a las personas y al medio ambiente en el centro? Según mi propia experiencia como profesional de las finanzas éticas, la respuesta es rotundamente sí. Pero no lo digo solo yo, así lo recoge también el Barómetro de las finanzas éticas 2021, una radiografía del sector de las finanzas éticas y solidarias en España que desde 2008 elabora la asociación FETS-Financiación Ética y Solidaria. El último informe, presentado hace apenas unas semanas, engloba cifras de negocio de 22 entidades financieras analizadas y 11 compañías aseguradoras -aquellas que cuentan con el sello europeo EthSI. La conclusión no arroja dudas: el sector de las finanzas éticas goza de muy buena salud, acumulando cifras positivas año tras año.
El volumen de ahorro ético acumulado por estas entidades, entre las que se encuentra Oikocredit, supera los 2.640 millones de euros, un incremento del 7,55% respecto al año anterior. Ese ahorro se ha multiplicado casi por 20 respecto al año 2007, con las primeras cifras que fueron analizadas por el barómetro.
En España, los préstamos realizados por estas entidades en 2021 han crecido un 8,37% respecto al año anterior, hasta superar los 1.870 millones de euros, destinados a proyectos transformadores de carácter medioambiental (36,76%), social (24,56%) o cultural (19,12%). En torno a 190.000 personas clientes de banca apoyan este tipo de financiación ética y sostenible en nuestro país.
Otro dato muy relevante que revela el barómetro año tras año es que la morosidad del sector financiero ético se sitúa muy por debajo del de la banca tradicional: 1,24% en 2021, frente al 4,29% del sector convencional.
¿Qué encontramos detrás de todas estas cifras? Detrás de los números hay miles de historias humanas, proyectos de la economía real que demuestran que es posible invertir y obtener un rendimiento económico sin renunciar a los principios éticos.
Tras la financiación ética y a la inversión socialmente responsable encontramos historias como la de Concha Villarreal, en Bolivia. Gracias a un microcrédito, dejó de vender pescado en la calle y ha logrado ser dueña de una pequeña tienda y un restaurante, dando empleo a nueve personas. O la de Ramde Rakieta, en Burkina Faso, que tiene un negocio de harina con 10 trabajadores. En India, la agencia de desarrollo comunitario Bharathi Women Development Centre desarrolla proyectos de saneamiento como la construcción de baños en comunidades de personas consideradas inferiores en el sistema de castas. O en Perú, la cooperativa Central Fronteriza Cafetaleros produce y comercializa café con altos niveles de sostenibilidad social y ambiental.
Sectores como la agricultura ecológica, las energías renovables en países en vías de desarrollo o la inclusión financiera mediante microcréditos reciben un impulso fundamental gracias a la inversión responsable de clientes de entidades con valores, como Oikocredit. También se logran mejoras duraderas en las comunidades apoyando proyectos centrados en la vivienda, la educación, la atención sanitaria, el agua y el saneamiento. Se trata de aplicar enfoques innovadores para demostrar que la dirección en la que se gestiona la inversión, en base a la colaboración y la visión a largo plazo, dibuja el futuro del mundo que queremos para nosotros y para las futuras generaciones.