Opinión

Pues sí que hubo subida de impuestos el viernes



    Avanzar en las reformas es la única vía de conjurar el pronóstico negativo de la economía para los próximos años.

    A pesar de que Mariano Rajoy dijo esta semana que "no habría impuestos el viernes", en referencia a una posible subida, una vez más el presidente del Gobierno anunció una cosa y ha hecho lo contrario. Las única medidas concretas que adoptó el Consejo de Ministros fueron incrementos tributarios. Sin embargo, el programa de reformas se limitó a un mero enunciado de las medidas que se viene anunciando hace meses, pero que el Gobierno no acaba de concretar.

    Lo de ayer parece una puesta en escena -posiblemente acordada con Bruselas- para ampliar el plazo de déficit por debajo del 3 por ciento en 2016 y un 6,3 por ciento este año. Avanzar en el programa de reformas es la única manera de conjurar el negativo pronóstico económico para los próximos años.

    El cuadro macroeconómico reconoce, por fin, una caída del PIB del 1,3 por ciento en 2013. La prima de riesgo, que había bajado sensiblemente en los últimos días, ayer se mantuvo por encima de los 300 puntos ante la decepción de los mercados por las propuestas formuladas por el Ejecutivo. Sobre todo porque el Gobierno recurre de nuevo al aumento de impuestos, que eufemísticamente la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría denominó "ajuste".

    La subida del IRPF, con una vigencia por ley de dos años, se prorroga un tercero y no se corrige el efecto de la inflación sobre el tributo. Tal vez en 2015, que es año electoral, Montoro se decida a bajar este tributo con el fin de hacer un guiño al electorado. En sociedades se eliminan deducciones y se mantienen tipos; se crea un gravamen sobre los depósitos de las entidades financieras, subirán los Impuestos Especiales -excepto hidrocarburos- y los medioambientales. ¿Realmente cree el Ejecutivo que con esta política fiscal se puede impulsar el crecimiento económico? Y lo que es peor ¿es consciente Rajoy de que nos encontramos en el segundo año de legislatura y de que todos aquellos proyectos que no se pongan en marcha este ejercicio tienen pocas probabilidades de prosperar? La gravedad de la situación no admite demoras y esto es precisamente lo que nos propone el Gobierno: paciencia. Pero es imposible esperar cuando se prevé un déficit en Seguridad Social del 1,4 por ciento. Esto significa que al agujero de 10.000 millones del año pasado, hay que añadir otros 14.000 millones más este ejercicio. Una comisión estudia el adelanto del factor de sostenibilidad y su propuesta puede llegar al Congreso en el tercer trimestre del año. ¿No se toma ninguna medida mientras tanto? ¿cómo se justifica la subida de las pensiones mínimas decidida en los presupuestos de este año? Este no es el único ejemplo de la afición de Rajoy de dejar que los problemas se resuelvan por sí solo o se pudran. ¿De dónde salen los 40.000 millones que se van a poner a disposición de las pymes? ¿Cómo se van a combatir las dificultades jurídicas para el establecimiento de un mercado único y cuánto tiempo tardará en implementarse? La reforma del sector público corre el peligro de ceñirse a unos retoques en la Administración local. Ya no se habla de eliminar duplicidades, ni siquiera de reducir el número de ayuntamientos (un 66 por ciento de municipios tiene menos de 1.000 habitantes). Mientras a las CCAA se les da oxígeno para que cumplan el objetivo de déficit ¿y qué se les exige a cambio? A pesar de que Bruselas y el FMI hayan acogido favorablemente el Programa de Reformas 2013-2016, falta lo más importante: concreción. Rajoy debe asumir su responsabilidad y tomarse en serio las reformas, si no estará incurriendo en los mismo errores que su antecesor en el cargo.