Europa, pendiente de las elecciones griegas
El 25% de la población griega vive bajo el umbral de la pobreza.
Según las encuestas, los conservadores de la Nueva Democracia (ND) y la coalición izquierdista Syriza se disputarán la victoria en las elecciones griegas de mañana domingo. A falta de estimaciones fiables se habla de un empate técnico en torno al 28-29 por ciento en intención de voto.
Puede haber una leve ventaja para Syriza, la sensación de las pasadas elecciones de mayo. En ellas la mayoría votó a fuerzas antiajuste, castigando al partido socialdemócrata, Pasok, y también a la ND. Ninguna agrupación sacó suficientes votos para gobernar en solitario.
El líder de la ND, Andonis Samarás, y su firme compromiso con el euro y los programas de austeridad eran la apuesta más segura para Bruselas. Sin embargo, Samarás ha matizado su postura mostrándose ahora dispuesto a aliarse con los socialistas franceses, quienes abogan por más medidas activas para impulsar el crecimiento económico. Defiende un modelo de rescate a la española, con exigencias fiscales más laxas.
Una renegociación de las condiciones del rescate financiero sería contraria a dar prioridad a la austeridad y sólo después hablar de desarrollo. Pero Samarás -quien ha recibido el apoyo del presidente Mariano Rajoy- argumenta que tanto en su partido como en el Partido Popular Europeo este planteamiento está cambiando. Samarás acusa al dirigente de Syriza, Alexis Tsipras, de pretender la salida de Grecia del euro, en lugar de optar por la vía negociada que ha abierto Madrid y a la que ahora se suma.
En efecto, Tsipras quiere mantener su promesa de rescindir unilateralmente los acuerdos con el FMI y Europa, ya que las medidas de austeridad adoptadas a cambio del dinero están llevando a Grecia al colapso. Pese a ello, gobernará para asegurar la permanencia en la eurozona. Reitera su oposición a los dos memorandos de medidas de austeridad firmados por el anterior Gobierno griego y la Comisión Europea, a cambio de sendos paquetes de rescate por un valor total de 240.000 millones de euros. Si vence en su pulso con la Unión Europea por reestructurar la deuda y ablandar las exigencias provocará fuertes turbulencias en el mercado soberano.
Tsipras afirma que sólo su partido puede "garantizar la estabilidad" en el país, ya que no acarrea el bagaje político de los partidos establecidos. Para Tsipras, quien ha puesto en peligro la permanencia de Grecia en la eurozona es el actual "sistema corrupto", en referencia a la ND y Pasok, los partidos que han dominado la política griega de los últimos 38 años.
El exvicepresidente y exministro de Finanzas del Pasok, Evangelos Venizelos, insiste en formar un Gobierno de unidad nacional para garantizar la permanencia en el euro. Aprovechando el despertar del socialismo europeo, Venizelos aspira a traer fondos del Banco Europeo de Inversiones que palíen en parte los ajustes. No obstante, el desgaste de su reciente paso por el poder parece relegarlo a un tercer puesto, quizá clave, como pinza del vencedor.
La líder del Partido Comunista, Aleka Papariga, ha aclarado que su formación no apoyará ninguna coalición de Gobierno, lo que reduce las opciones de pacto para Syriza al partido centro-izquierdista Dimar y al partido nacionalista de derechas Griegos Independientes. Por su parte, los conservadores podrían pactar con los socialdemócratas.
Abrumada por una deuda pública gigantesca, Grecia sigue en recesión desde hace cinco años, y el 22,6 por ciento de desempleo, en un contexto de desesperación social. El 25 por ciento de la población vive bajo el umbral de la pobreza, un tercio de los negocios ha cerrado y la mayoría ha visto reducirse a la mitad su poder adquisitivo.
El país se mantiene a flote desde 2010 gracias a los préstamos del Fondo Monetario Internacional y la eurozona. Los rescates estuvieron, y siguen estando, condicionados a duras medidas de ajuste -que incluyen casi un 30 por ciento de recortes de salarios estatales, cerca del 25 por ciento en jubilaciones y grandes aumentos de impuestos- rechazados vehementemente por Syriza.
Tsipras asevera que no aplicará ni un recorte de gasto ni un despido estatal más, y que reemplazará los acuerdos crediticios con un "programa de reconstrucción nacional". Incrementará la carga impositiva de las compañías más lucrativas. Promete "socializar" el sistema bancario -recapitalizando con rapidez los bancos con acciones comunes con derecho a voto-, que quedará así bajo control público y social.
A lo largo de la campaña electoral, los partidos han sido conscientes de que por primera vez unas elecciones griegas son seguidas con ansiedad en el resto de Europa. Los candidatos han estado tanto o más preocupados en trasladar sus mensajes al resto de líderes europeos que a sus propios electores. Y es que la salida de Grecia, la Grexit, que nadie quiere, es una amenaza real.