Opinión

Los otros desafíos de Rajoy



    La reforma elimina el negocio sindical de los ERE y rebaja el de formación y los liberados.

    El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, camina sobre un delgado alambre que separa el suelo firme del vacío, al que puede precipitarse la economía española. La semana pasada desafió a la UE, al elevar al 5,8 por ciento el objetivo de déficit para este año. La decisión provocó que la prima de riesgo española superara a la italiana por primera vez desde la caída de los mercados en este verano. La diferencia aún es muy pequeña, pero puede agrandarse si las cosas empeoran en Europa, como ocurrió el pasado miércoles, cuando se creía que Grecia podía acabar en un impago. Lo relevante es que a partir de este momento, nuestro país desplaza a Italia del centro de la diana al que apuntarán los mercados en caso de dificultades.

    La jugada saldrá bien sólo en el caso de que todo siga tranquilo, como en los últimos días. Sorprende muy positivamente que el locuaz ministro de Economía germano, Wolfgang Schäuble, no haya lanzado sus dardos envenenados contra nuestro país, como hizo con Grecia hace unas semanas. Esto lleva a pensar que Rajoy cuenta con el apoyo implícito de Alemania.

    El asunto es el siguiente: con Nicolas Sarkozy tambaleándose en las encuestas frente a François Hollande de cara a los comicios franceses, si Merkel pierde a su aliado francés, el único país grande de Europa con un dirigente elegido democráticamente en las urnas en el que puede apoyarse es Rajoy. Como se sabe, el primer ministro italiano, Mario Monti, no cuenta con el refrendo popular. En Moncloa confían en esta baza para ganarse la aquiescencia germana.

    Un capítulo aparte es el de la Comisión Europea. Ni el comisario europeo de Economía, el finlandés Olli Rehn, ni el presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, dan su brazo a torcer, aunque hayan moderado sus críticas. Una de las claves de la decisión que se tome sobre si sancionar a España o abrirle simplemente un expediente está en los Presupuestos. Por eso, el titular de Economía, Luis de Guindos, adelantó una reducción del 40 por ciento en la inversión pública y Rajoy anunció una ley dirigida a la supresión de las duplicidades entre administraciones, a la par que insistió en que España cumplirá.

    La otra carta a la que Rajoy fía su futuro es las elecciones andaluzas. El PP utilizará el resultado como un barómetro sobre la aceptación pública de los recortes y las reformas. Cristóbal Montoro exigió a las autonomías en el Consejo de Política Fiscal y Financiera celebrado esta semana que reduzcan su déficit al 1,5 por ciento. El 45 por ciento de ese ajuste corresponde a Cataluña (4.390 millones) y Andalucía (2.460 millones). Si Javier Arenas no gana, la consecución del objetivo de déficit en estas dos comunidades autónomas quedará en entredicho. Además, otras como la Comunidad Valenciana, que aún atesora numerosas facturas en el cajón (2.220 millones), estarán tentadas de rebelarse contra los ajustes. La importancia de los comicios andaluces para el éxito de la política del PP es el motivo por el que los sindicatos eligieron para su huelga general el 29 de marzo, la víspera de la presentación de los Presupuestos. Pretenden condicionar el voto andaluz, muy igualado entre la derecha y la izquierda, y la política de recortes del Gobierno.

    El mensaje lo captó enseguida Rubalcaba, quien se sumó rápidamente a la pancarta. ¡Qué pena! Parece que es la única manera que tiene de obtener una victoria electoral, ante la sequía de iniciativas en sus filas.

    Los sindicatos están, además, escocidos porque la reforma borra de un plumazo el sustancioso negocio que tenían montado con los expedientes de regulación de empleo (ERE), al eliminar la autorización administrativa. Un tijeretazo que se suma al 20 por ciento de reducción de la subvención estatal y al proceso abierto para disminuir los liberados en las administraciones. La normativa laboral pretende, para más inri, liberalizar la formación, otro de sus negocios florecientes. UGT y CCOO están en una deriva suicida, más preocupados de preservar su patrimonio que por la defensa del interés general.

    Toxo y Méndez han adelantado la convocatoria del paro al comprobar que tienen el apoyo de los sindicatos de transportes, que controlan los nudos de comunicación para acceder a las grandes ciudades. Con la parálisis de los medios de transporte urbanos a través de la actuación de sus piquetes, se garantizarán un seguimiento mayoritario. Miles de ciudadanos se verán, en realidad, forzados a parar. Rajoy debe fijar servicios mínimos elevados si quiere ganar este desafío político-económico de los sindicatos.