Opinión

El mercado dispara fuego real; Europa se defiende con balas de fogueo

    Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europe (BCE). <i>Foto archivo</i>


    ¡Palabras! Las que recogieron por escrito los líderes europeos el pasado 21 de julio en un acuerdo que fue celebrado por todo lo alto, porque sentaba las bases para el segundo rescate de Grecia, tras el recibido en 2010, y ampliaba las facultades con las que cuenta la Facilidad Europea de Estabilidad (FEEF), más conocida como fondo de rescate, para proteger mejor -se decía- al conjunto de la región.

    ¡Palabras! Las que empleó ayer el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, para aludir a que el programa de compras de deuda pública (SMP, por sus siglas en inglés) sigue activo.

    Y frente a las palabras, hechos. Tres 'europaíses' rescatados: Grecia, Irlanda y Portugal. Y otros dos enfilando el mismo camino: Italia y España; para más señas, la economía transalpina es la tercera mayor de la eurozona y la española, la cuarta.

    Y más hechos: las primas de riesgo de la deuda española e italiana se encuentran ya en torno a los 400 puntos básicos. Es decir, los inversores exigen en los bonos a 10 años de cada uno de estos países 4 puntos porcentuales más de rentabilidad que a los de Alemania, algo que no se veía desde el nacimiento oficial del euro en 1999.

    Fuego real

    Son sólo algunas referencias. Hay más. Pero con éstas vale. Europa, en todas sus dimensiones, parece que no acaba de entender -siendo mal pensados, a lo mejor algunos sí lo entienden, pero prefieren lo que pueda venir- la magnitud del problema que tiene entre manos.

    ¡Señores, que en los mercados se dispara con fuego real! ¡Que George Soros y otros gestores fueron capaces de sacar a la libra del proyecto del euro! Y ahora, casi dos décadas después, es el propio euro el que está en peligro. ¿Exagerado? Tal vez, pero más vale prevenir que curar -si es que se quiere prevenir, claro-.

    Y nosotros, mientras, con intervenciones verbales. Perdón, el BCE -¡uy, qué intrépido!- sugirió ayer que compró deuda. ¡Ni más ni menos que bonos irlandeses y portugueses! -por si no ha quedado claro, son dos países que ya han sido rescatados-.

    Pero, vamos, que básicamente hablamos y hablamos. Y mientras discutimos sobre la extrema maldad de los especuladores -eso y tratar de descifrar el sexo de los ángeles conduce al mismo resultado-, la situación no deja de agravarse. Y ahí tenemos el fondo de rescate, esperando a que alguien le dé permiso de una vez por todas para adquirir bonos. Como quien se gasta 150 euros para comprarse las mejores zapatillas del mundo para salir a correr y no se levanta del sofá.

    Actuar o actuar

    Ahora se dice que han sonado las alarmas. Bueno, ¿acaso han dejado de sonar desde comienzos de 2010? El caso es que no hay mucho más tiempo. Lo sentimos, todo esto está pasando en agosto. Adiós a las vacaciones. Pero hay que permitir al fondo de rescate que pueda comprar ya deuda.

    Y mientras tanto, o hasta que eso suceda, que el BCE se despoje de sus complejos y dé un puñetazo en la mesa para disuadir a todos los que están oliendo la sangre del euro en el mercado y tratan de beneficiarse de ello -cuidado, tan legítimo es que lo hagan como que quien es atacado se defienda y les deje compuestos y sin rentabilidad-. Con la baja liquidez que hay en los mercados de deuda con respecto a los bonos periféricos, una actuación decidida y sostenida -no esporádica- ejercería un efecto inminente.

    ¡Ojo, en paralelo los Gobiernos implicados tienen que ponerse las pilas! Lo siento, pero aunque el BCE se gaste todo el dinero del mundo en comprar bonos españoles, España no pasará a tener por arte de magia una tasa de paro del 10%. Debemos ser consecuentes y realistas. Necesitamos reformas no porque las pidan los mercados o los especuladores. Las necesitamos porque van en nuestro propio interés. Junto al sacrificio que los países con mayores problemas fiscales deben acometer, tampoco estaría de más que los 'europaíses' más poderosos se mostraran más solidarios. Si es que quieren, claro.

    Pedro Calvo, Coordinacion de Bolsa&Inversión.