Julio Anguita: Notas para un debate económico (y IX)
El discurso neoliberal muestra una especial virulencia hacia los gastos sociales. Considera que éstos, al igual que los aumentos salariales, dificultan el crecimiento y el empleo. Sin embargo, hay razones que abogan precisamente por lo contrario.
La mayoría de los gastos sociales generan importantes economías externas y sus efectos positivos en ningún caso se limitan exclusivamente a sus beneficiarios directos, sino que se expanden a toda la sociedad.
Es indudable que estos gastos ayudan a mantener la actividad en tiempos de crisis y constituyen buenos estabilizadores automáticos, amortiguando las recesiones económicas.
Ningún país puede ser próspero sin una fuerte demanda interna, y es difícil que ésta tenga suficiente consistencia si se condena a un porcentaje significativo de la población a la miseria. Sociedades con un alto grado de desigualdad pueden, ciertamente, albergar núcleos cerrados de lujo y opulencia, pero no es posible que el país en su conjunto se desarrolle.
Lo que se prepara es, lisa y llanamente, y bajo el pretexto de las dificultades para su financiación, una paulatina privatización de los servicios públicos; de ahí los llamamientos y recomendaciones sobre fondos de pensiones, copago sanitario, la privatización pura y dura u otras medidas que, al amparo de la racionalización del gasto y la crisis, irán transfiriendo al sector privado servicios y atenciones que constitucionalmente corresponden a los poderes públicos.
El problema no radica, por tanto, en la insuficiencia financiera o en si van a producirse o no estos gastos. La cuestión estriba en si se van asumir de manera colectiva o, por el contrario, va a ser el sector privado el encargado de proveerlos.
Es aquí donde se encuentra la verdadera polémica, aunque, como siempre, el neoliberalismo económico oculte tras argumentos tangenciales sus verdaderas finalidades.
Julio Anguita. Ex Coordinador General de IU.