Opinión

Editorial: Reforma laboral... ¿y el empleo?



    La reforma laboral pasa al Senado tras recibir luz verde a su paso por la Cámara Baja. Desde que se proyectó esta norma, sus carencias han puesto de manifiesto que se ha perdido una oportunidad única para operar una reforma más profunda, estructural y seria.

    Una vez abordada, el Gobierno debió negociarla con más fuerza y determinación. Finalmente, se resume en una mayor aplicabilidad del contrato de fomento del empleo, pero no entra a fondo en materia de negociación colectiva ni realmente disuelve la frontera que separa a los trabajadores temporales de los indefinidos. Sí resulta un paso adelante hacia la flexibilización, tras el trámite de ayer, el nuevo régimen del despido objetivo, fruto de una enmienda transaccional del Grupo Socialista y el PNV: se admitirá la previsión de pérdidas como causa de este despido, además de los resultados negativos o la caída de ingresos.

    Esto supone que el empresario deberá probar estas estimaciones en los tribunales, lo que no ayudará a contener el exceso de judicialización. Ayer resonó la decepción del colectivo de autómomos, que tras acariciar la semana pasada la ayuda por cese de actividad, vio cómo se le esfumaba al salir la reforma del Congreso. Pero lo cierto es que estos tiempos de necesaria austeridad no son los más idóneos para lanzar esta prestación.

    Por otra parte, el Gobierno desoyó en su día muchos consejos y la reforma llega demasiado tarde, dejando muchos parados en el camino y se han desperdiciado ocasiones para dar un vuelco al marco laboral vigente en materias clave. La pregunta clave es cuál de sus medidas crea empleo.