Opinión

Editorial: Tras las pruebas, el verdadero test de estrés comienza ahora



    Los test de estrés a los que se ha sometido el sector financiero europeo, cuyos resultados se publicaron el pasado viernes, se confeccionaron con el fin de calibrar la salud de las entidades en la esperanza de que, una vez determinada ésta, se pudiera lanzar un mensaje de confianza a los mercados. Pero los criterios escogidos para su diseño y los propios resultados obtenidos han abierto no pocos interrogantes. Algunos de ellos se constatarán en los próximos días y semanas. Si se dinamiza el mercado interbancario y empieza a fluir el crédito al sector privado se verificará que se ha dado credibilidad a las pruebas. En caso contrario, quedarán en entredicho.

    Por lo pronto, existen varios puntos en los que los test flaquean, lo que provoca unos resultados que pecan de optimismo. Por adversos que sean algunos de los escenarios que contemplan, nada dicen de qué pasaría más allá de 2011 y cómo aguantarían las entidades a medio o largo plazo una situación de debilidad sostenida. A pesar de la gran exposición de la banca europea a la deuda soberana, tampoco barajan realmente un escenario de default en algún estado miembro, con su consiguiente riesgo-euro. Soslayan también los problemas de liquidez y el hecho de que una eventual situación crítica en una entidad no sería aislada, sino que se comunicaría a otras. Nada dicen sobre si hay exceso de capacidad instalada y el sector tiene que redimensionarse. Valoran escenarios homogéneos para todos los países, cuando no todos tienen las mismas posibilidades de llegar a un paro del 25 por ciento, por ejemplo, o a una depreciación de la vivienda del 28 por ciento. Computan las ayudas del Frob como capital de primera categoría o Tier 1, extremo sobre el que no hay consenso entre los expertos y resulta, por tanto, discutible. Son demasiados frentes los que causan dudas como para que los resultados obtenidos sean lo concluyentes que se deseaba.

    Entre 91 entidades europeas, sólo se han producido siete suspensos, cinco españoles. Pero no por ello se puede atribuir un mal desempeño al sector financiero español. Mientras que otros países han presentado a examen a unas pocas entidades, España ha hecho un notable ejercicio de transparencia sacando al grueso del sector a la palestra. Es elogioso que aquí todos se hayan puesto a prueba, pero se obvian ciertos escenarios de máximo shock que convierten al resultado en optimista. ¿O alguien se cree que el Tier 1 de los titanes de la banca española saldría indemne en el escenario más complicado y duradero posible? ¿O que en una tesitura de crecimiento bajo, como la prevista para el año próximo, las expectativas de beneficios del sector son ajustadas a la realidad?

    Por encima de todos los peros a los test de estrés, despunta una crítica crucial en el caso español: no parece verosímil que la crisis financiera española se salde con alrededor de 15.000 millones; es decir, con el dinero del Frob más una inyección adicional de 2.043 millones para sanear las cajas. No parece posible que la solución del sector financiero salga tan barata, dada la morosidad rampante, el brutal ajuste que pueden subir los activos inmobiliarios en poder de las entidades, el proceso de desapalancamiento vigente y la atonía económica reinante.

    Con estas salvedades, queda claro que las pruebas han dado un resultado optimista a la medida de su planteamiento, que nada informan de la necesidad de ajustar un sector en el que no hay tarta para todos, y que el verdadero test de estrés comienza ahora, cuando, tras conocerlos, el sistema ratifique o no con hechos, como la evolución del crédito o el dinamismo del mercado interbancario, su validez.