Opinión
Juan Carlos Arce: La reforma de las pensiones: un tránsito inaplazable
Los datos. Eurostat estima que en 2050, más de un tercio de los españoles (el 36%) será mayor de 65 años, seis puntos más que la media europea.
En los próximos años, aumentará la población mayor de 55 y a la vez decrecerá el grupo de 0 a 29. Hasta 2030, la población entre 50 y 64 años aumentará en 16 millones, los mayores de 65 crecerán un 30% y los mayores de 80 lo harán por encima del 40%.
La esperanza de vida de los españoles es la segunda mayor del mundo, después de Japón, y la ONU ha señalado que en 2050 España será el país más viejo del mundo.
El problema
La Seguridad Social se ideó para un escenario muy distinto y, en la actualidad, no puede mantenerse como hasta ahora porque la tensión demográfica española es la más grave de Europa.
Sin embargo, en términos generales, los trabajadores españoles hoy, se están jubilando entre cinco y diez años antes de lo que lo hicieron sus padres, aunque su salud es mucho mejor, tienen mejores condiciones de trabajo y van a vivir entre ocho y diez años más.
La expectativa de vida que un jubilado tenía al cesar en el trabajo en 1970 era de 10,7 años. En la actualidad, es de 19,6 si es varón y de 22,6 años si es mujer. Así que hoy es posible asistir a la alegre novedad de poder ser pensionista de jubilación durante muchos más años que los que se ha cotizado.
Si, además, los jóvenes entran más tarde que antes en el mercado de trabajo y los mayores lo abandonan prematuramente mediante jubilaciones anticipadas, estimuladas por las empresas, los sindicatos y la legislación, entonces el sistema, claramente, no se sostiene.
Los remedios
Será preciso, por un lado, prevenir el retiro prematuro y, por otra parte, incentivar la permanencia en el mercado de trabajo después de los 65 años. En una sociedad que alarga su vida, es preciso mover la frontera de la jubilación y elevarla por encima de los 65.
El hecho de que la población cumpla años y mueva hacia arriba la división de las edades afecta a todas las generaciones, especialmente -y aunque parezca paradójico- afecta sobre todo y más que a nadie a las generaciones más jóvenes por el simple hecho de que tales generaciones jóvenes serán mayores durante mucho más tiempo en un mundo que habrá cambiado radicalmente su edad.
Para entonces, existirá una mayor presión sobre los sistemas de pensiones, al haber un creciente número de personas retiradas y un decreciente número de activos. La sostenibilidad de los sistemas de pensiones dependerá del aumento de la tasa de empleo. Pero esa tasa de empleo necesaria no podrá alcanzarse sin contar con los trabajadores de más de 65 años que serán, por otra parte, la gran mayoría.
El mecanismo
Está clara la fuerte correlación entre la edad a la que se retiran los trabajadores mayores y el momento en que las pensiones de jubilación pueden empezar a percibirse. En España y en muchos otros países, esa correlación no es automática en la línea definida de la edad ordinaria de jubilación, sino que empieza a producirse mucho antes de esa edad, mediante la generalización de las jubilaciones anticipadas. Deberá, por tanto, aumentarse la edad de acceso a la jubilación, con excepciones por razón del tipo de trabajo.
El aumento general de la edad debe ser gradual para garantizar las expectativas de derecho de los trabajadores que bajo la legislación actual tienen derecho a jubilarse a los 65 años. Sería preciso elevar la edad, quizá, en seis meses cada año, hasta alcanzar los setenta en el plazo de una década.
Evidentemente, será preciso mezclar el mutuo apoyo de los pilares públicos de pensiones basados en la ley, los convenios colectivos y los contratos privados, así como asegurar un sistema de reparto de responsabilidades entre el Gobierno, los agentes sociales y la previsión individual en orden a la protección social.
Una dosis de realidad
Las personas hoy viven mucho más y trabajan menos tiempo. Esta idea, relacionada con la sociedad del ocio, da una imagen de progreso y de liberación del hombre de las penosas cargas de trabajo. Sin embargo, esta no es la realidad. Porque ocurre que la estrategia de vivir más y trabajar menos es falsa, como se revela en el análisis de las tendencias demográficas y en la amenaza, cada vez más grave, al sostenimiento de los sistemas de pensiones.
Juan Carlos Arce, profesor de Derecho del Trabajo y Seguridad Social. Univ. Autónoma de Madrid.