Opinión

Editorial: El 'efecto arrastre' de Mediapro



    El juzgado aceptó ayer la solicitud de concurso de acreedores de Mediapro, la filial del grupo Imagina que gestiona los derechos del fútbol. Con 3.140 millones pendientes de pago, un pasivo de 900 millones y sus cuentas erosionadas por la guerra del fútbol, Jaume Roures hace frente ahora al declive de su imperio.

    Su comprometida situación deriva de un previo ascenso con claro viento a favor -que soplaba desde Moncloa- y de la falta de criterio y lógica empresarial en las decisiones. Los derechos del fútbol han resultado ser un arma de doble filo para el grupo catalán.

    Primero le llevaron a tirar la casa por la ventana y ahora estrangulan su solvencia. No en vano, la batalla por lograrlos ha acabado en una sentencia que autoriza a que Sogecable solicite de Mediapro 104 millones, precipitando la petición del concurso al materializarse la incapacidad de hacer frente a los pagos exigibles de modo regular.

    Algo que no extraña, dado que debe abonar 2.583,8 millones en los próximos seis años a los clubes. Así, la suspensión de pagos de la filial tiene un alto riesgo de contagio, tanto externo como interno. Varios equipos tiemblan ante la posibilidad de que se esfumen unos ingresos con los que contaban.

    Y Mediapro debe casi 400 millones al propio conglomerado, a través de empresas del grupo y asociadas, lo que puede asfixiar en cascada a los negocios de Roures, que asistiría al efecto arrastre de su propio Air Comet. El directivo puede seguir insistiendo en que todo es una maniobra y que dispone de liquidez, pero nadie se enfrenta a una tesitura de este calibre si no le queda más remedio. En el imperio de Roures comienza a ponerse el sol.