Opinión

Nouriel Roubini y Arnab Das: Rescate a Grecia: es hora del 'Plan B'



    La conferencia de primavera de 2010 del FMI en Washington (del 24 al 25 de abril) se centró en la primera crisis de deuda soberana que podamos recordar en un país de renta alta, y nada menos que dentro de la zona euro. Más elocuente aún que el hecho de que el enfoque se desvíe lejos de los mercados emergentes es la creciente división de opiniones entre los principales actores y la poca apreciación que existe sobre las lecciones de las crisis modernas de deuda soberana.

    Continuar en el camino de la mínima resistencia (un plan A de mayor financiación oficial apoyado en una combinación improbable de profundos recortes fiscales, reformas estructurales inadecuadas y la esperanza de que los mercados permanecerán abiertos, con el crecimiento cargando con casi todo el peso) es una apuesta arriesgada y de probable fracaso. Mucho mejor sería pasar a un plan B con:

    ?Reestructuración preventiva de la deuda en Grecia; un plan de ajuste fiscal reforzado en la periferia de la zona euro para contener el contagio; un programa de ayuda de la UE/FMI más amplio para contener los daños colaterales de la reestructuración griega y apoyar a otros miembros de la zona euro bajo presión.

    ? Reformas estructurales de largo alcance para restaurar el crecimiento; mayor facilitación monetaria del BCE para debilitar el euro y ofrecer liquidez a los sistemas bancarios bajo presión.

    ? Estímulo fiscal y de la demanda doméstica en Alemania.

    ?Esfuerzo coordinado para abordar las debilidades institucionales en la UME.

    La revisión de Eurostat del déficit griego al 13,6 por ciento (con la posibilidad explícita de futuras revisiones al alza) y la bajada del rating que S&P otorgó a la deuda soberana y bancos griegos hasta un nivel basura (es decir, BB+) son señales siniestras para la credibilidad de una recuperación helena amedio plazo. El rendimiento de los bonos griegos y los datos de CDS se encuentran en un territorio incómodo, con un contagio rampante hacia otros países vulnerables, liderados por Portugal, Irlanda, España e Italia (S&P ya ha rebajado la categoría de Portugal y España a un pronóstico negativo). Mientras, las autoridades europeas se reúnen con altos cargos del FMI y BCE para ultimar un paquete financiero que se espera que alcance al menos los 120.000 millones de euros en tres años (80.000millones de euros de las arcas del EMU y el resto del FMI), con 45.000 millones sólo para el primer año. Eso, de hecho, cubriría las necesidades de refinanciación griega en los próximos tres años mientras que implementa las reformas estructurales (plan A).

    La clave estará, de nuevo, en los términos del paquete de financiación, puesto que si el grueso del programa son unos tipos de interés no privilegiados como lo exige la cláusula de no rescate del Tratado, la carga del ajuste fiscal corre el riesgo de ahogar la recuperación económica, socavando así el éxito de la operación de rescate. Los efectos de un paquete fallido se están notando ahora mismo en los mercados financieros, donde el contagio de deudas soberanas y bancos se propaga a una velocidad alarmante.

    Por esa razón, defendemos una reestructuración preventiva de la deuda por la vía de la extensión de los plazos (el plan B) como la solución preferible para Grecia. Con el plan B, los fondos prometidos por la UME/FMI deberían emplearse para evitar un terremoto bancario y el contagio a otros países periféricos que han visto cómo se elevan los costes de pedir prestado a largo plazo entre las bajadas adicionales de categoría soberana. Es importante aclarar que, si el ajuste fiscal previsto en el plan A no se materializa, puede que no quede financiación suficiente para implementar el plan B. Por ello, es mejor emplear los recursos oficiales para absorber los daños colaterales de una reestructuración de la deuda en lugar de desperdiciarlos financiando el éxito de unos cuantos inversores privados que, al final, no evitará una reestructuración ineludible de la deuda.

    Nouriel Roubini, presidente de Roubini Global Economics y Arnab Das, analista jefe de mercados de RGE.