Opinión

Gestión de Riesgos tras el Covid-19

    El Covid cambia los planes de gestión de riesgos

    Mario Alberto González

    En este momento el SARS – CoV-2 (más conocido como COVID-19) está afectando a 213 países, áreas o territorios, con más de 2,5 millones de casos confirmados y más de 170.000 muertes. Con estos datos, es probable que este virus devastador transformará los fundamentos con los que hemos venido operando y también en la forma en qué se gestionan los riesgos en los proyectos.

    Muchos expertos estadísticos catalogan ya al COVID-19 como un Cisne Negro, es decir un evento extraño, de alto impacto y difícil de predecir. Pero al margen de China… ¿Era realmente imprevisible para el resto de países? Los datos sugieren que no.

    En 2018, el PMI (Project Management Institute) llevó a cabo una interesante encuesta mundial, denominada Pulse of the Profession donde preguntaba a un amplio abanico de empresas, entre otras muchas cuestiones, con qué frecuencia sus organizaciones realizaban prácticas de Gestión de Riesgos en sus proyectos. La respuesta fue sorprendente, sólo el 27% afirmaba hacerlo siempre. Más preocupante resulta ver que la indefinición de riesgos era una de las causas principales del fracaso de proyectos.

    La conclusión es evidente: "Si quieres afrontar las consecuencias de un riesgo debes estar preparado". Sin embargo, la realidad es que con independencia del tipo de riesgo, la mayoría de las organizaciones no aplican metodologías para la Gestión del Riesgo. Lo hipotético no es urgente hasta que se hace importante y para ese momento no tienes una estrategia y, al final, se termina improvisando... De ahí la importancia de la Gestión del Riesgo, que consiste en identificar, priorizar, planificar y hacer seguimiento de aquellos aspectos que puedan tener un impacto negativo en el proyecto.

    Al margen de China todos los países debían haberse preparado para la llegada del virus

    En la fase de identificación se determinan qué riesgos pueden afectarnos y hay que documentar sus características. A veces esta tarea no resulta fácil, incluso cuando lo tienes delante (prueba silenciosa). Es importante reconocer nuestros propios sesgos cognitivos. Cuando se conoció que China había construido un hospital en 10 días para 1.000 camas ¿Parecía una prueba evidente de la existencia de un riesgo? En la mayoría de las ocasiones los riesgos se presentan de forma distorsionada y solemos confundir una prueba subrepticia con una observación. Este proceso de identificación debe realizarse de forma exhaustiva y sistemática con mecanismos de apoyo que ayuden a definir el riesgo utilizando el siguiente formato: "Si (hecho o suceso de riesgo) ocurre, entonces provocará (impacto o daño)".

    Una vez identificados los riesgos, se priorizan en función de su criticidad, considerando su probabilidad de ocurrencia e impacto. Esto tampoco resulta sencillo. En la mayoría de las ocasiones sobreestimamos lo que sabemos e infravaloramos lo incierto. Y esto ocurrió con el COVID, pues la categorización fue muy diversa y en algunos países nula. El caso de Corea del Sur fue el más apropiado, ya que lo categorizó como riesgo alto desde un inicio y eso ayudó a tomar decisiones tempranas.

    Afrontar los riesgos de los proyectos ya no es una opción, se trata de una obligación

    Durante la planificación se plantean las estrategias y acciones para mitigarlo. El éxito en las medidas usualmente no guarda relación con el tamaño de la compañía o proyecto, sino con tomar estrategias heurísticas "rápidas y frugales" (algunas acciones compran tiempo para seguir pensando). Cogiendo el ejemplo anterior (Japón, Corea del Sur y Estados Unidos) resulta curioso cómo siendo los tres países muy modernos, alguno planteó no tomar medidas, mientras que Corea del Sur canceló eventos, prohibió viajes internacionales y realizó tests masivos. El resultado ahora es que EEUU tiene cerca de 800.000 casos, frente a los 12.000 de Japón y los 10.700 de Corea del Sur.

    Algunos analistas han ofrecido explicaciones culturales para el éxito de Japón y Corea del Sur, pero eso no explica el error por omisión de países occidentales a esas lecciones aprendidas para más tarde copiarles en todo … irónico, ¿no?

    Afrontar riesgos ya no es una opción, sino una obligación. Nassim Taleb en su libro titulado Antifrágil dice que el riesgo es más fácil de medir en términos de fragilidad. A veces los gestores de riesgo de un proyecto cuantifican sus escenarios buscando el peor suceso histórico, obviando que ese mismo fue superado por otros, años atrás. ¿Cómo podemos lograr la antifragilidad? Simple, asumiendo que tenemos vulnerabilidades y esforzándonos por encontrarlas y darle soluciones antes de que el riesgo aparezca.