Opinión

La economía sostenible que necesitamos, un nuevo modelo es posible


    Josep Puxeu

    En los últimos tiempos estamos siendo testigos de un gran número de cambios sociales, en un escenario cada vez más globalizado y digitalizado, con nuevas demandas de los ciudadanos. Se están produciendo movilizaciones en distintas partes del planeta que, en muchas ocasiones, parten de demandas específicas, pero que revelan un trasfondo que va mucho más allá.

    Es el caso de las protestas en Chile, uno de los países con las economías más prósperas de América Latina, que destacan por un Producto Interior Bruto (PIB) alto. Esto muestra que el modelo actual está fallando, ya que esconde desigualdades que conviene revisar. "Europa sostenible, futuro sostenible" fue la frase elegida por la presidencia finlandesa de la Unión Europea (UE) para englobar su mandato. Las empresas debemos anticiparnos, responder al contexto actual, con responsabilidad y compromisos firmes. Y así lo estamos haciendo, porque en ello nos jugamos nuestra reputación y el futuro.

    Hay que ir a una economía del bienestar con nuevos indicadores de progreso

    Es necesario evolucionar hacia una economía más sostenible, basada en un patrón de crecimiento que vaya más allá del PIB, ya que se está demostrando que es un criterio que puede resultar engañoso, dado que no tiene en cuenta elementos importantes para el bienestar individual y social, y no integra adecuadamente las consideraciones ambientales.

    En el Comité Económico y Social Europeo (CESE), hemos presentado el Dictamen "La economía sostenible que necesitamos", del que he sido presidente. En él pedimos avanzar hacia una "economía del bienestar", que incluya nuevos indicadores del progreso, como los criterios ambientales y sociales. Una reorientación que responda a los retos actuales y que permita alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030 de las Naciones Unidas.

    Un nuevo modelo

    Las empresas ya están avanzando hacia ese cambio de modelo y son una pieza clave para alcanzar un desarrollo más sostenible. ¿Cómo se podría frenar el cambio climático, transformar el modelo energético, promover una producción y un consumo responsable, favorecer el empleo de calidad, la igualdad o la inclusión social sin la implicación activa de las empresas? En este sentido, hay que destacar que muchas, y muy especialmente las del sector de alimentación, gran consumo y servicios, tienen muy asumidos esos compromisos y llevan años trabajando en planes estratégicos que aúnan el desarrollo económico con el impacto social y medioambiental.

    Más allá de proveedor productos y servicios, las empresas debemos tener un propósito

    Más allá de proveer de productos y servicios, las empresas debemos tener un propósito y contribuir a la prosperidad de la sociedad. Para ello, es fundamental afianzar aún más la colaboración entre el sector privado y las Administraciones públicas, de forma que se establezcan alianzas que impulsen un desarrollo sostenible.

    Conviene echar la vista atrás para ver cómo, desde la segunda mitad del siglo XX, se ha producido un crecimiento económico sin precedentes, medido en cada país por el Producto Interior Bruto (PIB), magnitud que indica el valor económico de la producción de bienes y servicios, y que se usa como una medida del bienestar material de una sociedad. Es justo reconocer que este crecimiento ha hecho posible importantes avances sociales, como el aumento de la esperanza de vida media, las mejoras en la alimentación, la educación y un largo etcétera. Sin embargo éstas y otras mejoras, en muchas ocasiones, no han alcanzado a la mayoría de la población.

    Un cambio drástico

    En paralelo, y mientras que los indicadores de una economía extractiva y con poco aprovechamiento circular crecían en positivo, los ambientales resultaban cada vez más negativos, lo que supone una amenaza para la sociedad y el planeta. Todo ello agravado con la crisis financiera de 2008, que dejó una profunda huella social y un cambio drástico en la economía, con un aumento de la inestabilidad financiera y de las desigualdades. Además, en Europa, la migración o las diferencias económicas entre los distintos Estados, han generado una pérdida de confianza de los ciudadanos, que pueden minar los pilares que sustentan el proyecto europeo.

    Ante esta situación, la Unión Europea (UE) parece tenerlo claro, con la aprobación la Agenda 2030 y el compromiso de avanzar para alcanzar los ODS y una economía circular que maximice el aprovechamiento de los recursos. Desde el CESE pedimos a la nueva Comisión y al Parlamento que ese proceso se convierta en una oportunidad única para que la UE renueve su visión del progreso social, revitalice su economía y refuerce su liderazgo en todo el mundo. En este sentido, hay que celebrar el Green Deal ("acto Verde) que ha presentado recientemente la nueva presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que tiene como objetivo hacer que la economía de la UE sea más sostenible.

    Incorpora una hoja de ruta con una serie de actuaciones para impulsar el uso eficiente de los recursos, a partir de un modelo de economía limpia y circular, frenar el cambio climático, revertir la pérdida de biodiversidad y reducir la contaminación. Todo ello irá acompañado de un plan de inversiones y una legislación específica con vistas, entre otras cosas, a que Europa sea "climáticamente neutra" para 2050.

    Crecimiento y bienestar

    Hay que distinguir entre crecimiento y bienestar. La prosperidad no es una mera cuestión de producción o ingresos. Es necesario acelerar las actuaciones y poner rumbo hacia un futuro más sostenible, apostando por un patrón de crecimiento que aúne el desarrollo económico, social y ambiental en el marco de economía productiva y competitiva, en la que se favorezca el empleo de calidad, la cohesión social, se garantice el respeto ambiental y el uso racional de los recursos.

    Las empresas somos conscientes de que debemos avanzar hacia un crecimiento sostenible, ético y comprometido con las personas y el entorno. Estamos tomando medidas, invirtiendo recursos y promoviendo compromisos voluntarios para contribuir a alcanzar una economía más sostenible.