Antonio Manuel López Obrador tomara posesión como presidente de México el 1 de diciembre y será durante su mandato cuando, a mediados de 2019, entrara en vigor el nuevo acuerdo de libre comercio que sustituye al TLCAN. México junto con Estados Unios y Canadá anunciaron el pasado 1 de octubre que habían llegado a un acuerdo para establecer un tratado de libre comercio bajo el nombre de United States-Mexico-Canada Agreement (Usmca). Es un nuevo y modernizado acuerdo comercial para el siglo XXI, por el que mercados, analistas y empresarios mostraron su complacencia. El documento final contiene 34 capítulos y consta de 1.100 hojas. Dada la amplitud, sólo podemos destacar que existen algunos puntos que por su significación destacamos: Para empezar, a diferencia del TLCAN, el acuerdo tiene fecha de caducidad, será a los dieciséis años. Las partes pueden acordar revisiones cada seis años y/o prolongar su vigencia durante una década más. Para algunos, cuando se acerque la revisión, se puede volver a generar incertidumbre, lo cual no genera confianza en la inversión a largo plazo. Además, la solución de controversias entre México y Estados Unidos seguirá como lo establecía el capítulo 19. Por su parte, Canadá y Estados Unidos volverán a utilizar el mecanismo pactado bilateralmente en los años 80 en el FTA (Free Trade Agreement). En tercer lugar, los sectores que muestran más cambios son dos: el automovilístico y el lácteo. El primero implica que el 30 por ciento de los automóviles (40 por ciento en 2023), deben ser fabricados por trabajadores que ganen al menos 16 dólares por hora. Esto es casi tres veces el sueldo de un trabajador manufacturero mexicano. Esto podría dar lugar a la resignación de recursos productivos o una mayor automatización de la producción. Este sector aporta 70.000 millones de dólares anuales de exportaciones, siendo el más importante. Las autopartes de los vehículos deben cumplir con un porcentaje de producción en los tres países del 75 por ciento. Esto permite que se realice el ensamblaje en los países del acuerdo y no en Corea del Sur o Alemania. Para algunos este punto llevará a un aumento del precio del automóvil en los países socios. También puede hacer pensar que los ensambladores con sede en México puedan buscar nuevos mercados en América Latina, por ejemplo. El acuerdo también considera necesario facilitar el proceso de formación a los sindicatos de trabajadores en el sector automovilístico. En el caso de los lácteos, los granjeros de Estados Unidos consiguen un mejor acceso al mercado de Canadá, que antes estaba protegido. Sin embargo, Canadá considera que con un mercado que crece a una tasa del 1 por ciento anual y una política de compensación en estados como el de Ottawa, el mercado podrá ajustarse. Además, la apertura de Canadá en este sector ya comenzó con el acuerdo Transpacífico. Por último, el acuerdo abre la puerta para que las entidades de servicios fi-nancieros de EEUU tengan mayor acceso a los mercados de los dos países. A México le supone una oportunidad para diversificar su comercio internacional y especialmente para profundizar sus relaciones con los países latinoamericanos. De hecho, cuenta con mayor número de tratados y acuerdos de libre comercio con el resto del mundo que el propio Estados Unidos. Aunque no ha sabido aprovecharlos, ya que más del ochenta por ciento del comercio exterior se dirige a su socio estadounidense, cifra que podría bajar hasta el sesenta por ciento en 2030. Esta excesiva dependencia contiene los riesgos propios de concentrarse en un solo país. De manera que México se ve obligado a diversificar y potenciar sus exportaciones al resto del mundo. El FMI, en la evaluación anual de la economía mexicana, señala que experimentará un crecimiento moderado este año, respaldado principalmente por la demanda interna, previendo que será del 2,1 por ciento. Subraya que por la incertidumbre en torno a la versión definitiva del acuerdo y las condiciones financieras restrictivas, registrará una recuperación gradual, que en 2019 alcanzará un 2,5 por ciento. La inflación registra una trayectoria descendente, pero aún se encuentra por encima del nivel fijado como meta y se proyecta un promedio de 4,8 por ciento, para después converger hacia el 3 por ciento a mediados de 2019. Sobre las políticas, el nuevo gobierno cuenta con una gran oportunidad para abordar los desafíos estructurales, preservar la estabilidad macroeconómica. Al tiempo que la consolidación fiscal ayudaría a estabilizar la deuda pública como proporción del PIB, y lograr la confianza de los mercados. Las nuevas autoridades deben estar preparadas para adoptar una política monetaria más expansiva con el propósito de respaldar la actividad, siempre que la inflación continúe firme en su trayectoria descendente y que las expectativas de inflación permanezcan ancladas. El nuevo gobierno debe enfrentar con rigor y audacia los retos que prevalecen en el país, como la mejora de los niveles de vida mediante la reducción de la pobreza, la desigualdad y la lucha contra el delito y la corrupción.