E l año 2014 será el del cambio de ciclo: económico y político. Los datos anuncian la salida de la crisis económica y el inicio del crecimiento. El consenso de mercado nos dice que el PIB subirá más del 1 por ciento; la bolsa más del 15 por ciento; bajará, aunque poco, el desempleo registrado, y empezará a fluir el crédito. Además, se iniciará la reforma tributaria y las expectativas de los contribuyentes de ingresos moderados y bajos mejorarán. También habrá cambio de ciclo político. Aprobada la LOMCE la discusión se centrará en su reglamento de desarrollo y la Ley de Defensa de la Vida y los Derechos de la Mujer Embarazada. En la calle veremos estudiantes movidos por la izquierda junto a activistas de Femen y empezará el maratón electoral. Primero las elecciones europeas, con la sensación de que son un sondeo, que no se juega poder real; pero sí serán el pistoletazo de las precampañas de elecciones autonómicas, municipales y generales de 2015. En 2014 seguirá el desafío nacionalista. Los nacionalistas/independentistas catalanes/vascos mantendrán su ofensiva política. Fracasado el terrorismo asesino de ETA como estrategia, se centrarán en la reivindicación del ambiguo y saduceo "derecho a decidir". Parece que el Estado les hará frente con tranquilidad. La duda es si habrá un inicio de cambio constitucional, como pretende el PSOE, diálogo constructivo como anunció el Rey o defensa firme de la Constitución de 1978. España sigue convulsa. Si no es por la economía, lo es por la política. Somos un país inquieto, siempre lo hemos sido. La sangre fluye a borbotones por la vida nacional. Hemingway sigue aquí. El admirado escritor americano se enamoró de nuestra forma de ser por vitalista y revolucionaria. Si los españoles no tienen un objetivo más allá de su ombligo, lo buscan peleándose entre sí; necesitamos políticos que ofrezcan horizontes lejanos, algo utópicos y, sobre todo, ilusionantes ¿Los hay en esta España convulsa?