Mientras los ciudadanos gestionaban una compensación por el caos del aeropuerto de El Prat, los políticos catalanes debatían en una sesión especial del Parlamento sobre dónde estaba y qué hacía el día de autos cada uno de los cinco consejeros de la Generalitat relacionados con el asunto. Distanciados de las pérdidas económicas de particulares y empresas y de la pésima imagen internacional causada por la huelga de Iberia y la ocupación de las pistas del aeropuerto, el debate acabó... sin responsables. Quedó claro que, aunque todos ellos estuvieron conectados "en todo momento" con los políticos que gestionaban la crisis desde Madrid, nadie movió un dedo para ayudar a capear el temporal. La mayoría de los consejeros que provocaron el pleno del Parlamento de Cataluña se limitaron a decir que siguieron la evolución de los acontecimientos desde un segundo plano con el fin de aportar "serenidad" y "discreción" al conflicto. Maragall, en paradero desconocido todo el fin de semana, ni siquiera asistió al pleno. Esperamos que no ocurra lo mismo con los ministros -que tampoco hicieron gran cosa-, que comparecerán la semana que viene en el Parlamento de Madrid. Mientras los políticos se abstenían de casi todo, miles de personas se preguntaban quién se haría cargo de sus problemas. ¿Cómo es posible que la Generalitat de Cataluña no tuviera margen de maniobra en El Prat? ¿No es cínico pedir ahora la gestión del aeropuerto? Sea como sea, la crisis de El Prat ha sido como otras en vacaciones: los políticos de guardia no aparecen cuando deberían, actúan con lentitud y, al final, los responsables se atribuyen unos a otros la culpa. No necesitamos políticos de temporada.