T ramita en estos días el Congreso de los Diputados el Proyecto de Ley Básica de Cámaras Oficiales de Comercio, Industria, Servicios y Navegación, aprobado recientemente por el Consejo de Ministros. Se trata de un compromiso político del actual Gobierno con el fin de ofrecer un nuevo marco regulador a estas instituciones después de los profundos cambios producido a través del Decreto- Ley 13/2010. Normativa que eliminó la adscripción obligatoria de las empresas y el pago de la cuotas a las que hasta entonces, muy en contra de su voluntad, hacían frente gran parte de empresas y autónomos. Desde muchas organizaciones, especialmente de trabajadores autónomos, aplaudimos aquellas medidas del año 2010, sin duda acertadas e inevitables, aunque también es cierto que quizá se adoptaron con premura y sin el diálogo necesario, lo que ha venido dificultando en estos dos años la adaptación de las Cámaras de Comercio a su nueva realidad normativa. Pero más allá de la lógica de buscar una nueva regulación para estas históricas entidades, nunca pudimos pensar que, más aún con un Gobierno que se presenta como liberal, llegáramos a conocer una vuelta atrás. Se cuida el Proyecto de Ley de no recuperar el denominado recurso cameral permanente, que hubiese producido fuertes reacciones negativas; pero sí que recupera la adscripción obligatoria a las Cámaras de Comercio de las empresas de los sectores de actividad vinculados, siendo en este momento el único precedente en el que personas físicas o jurídicas se encuentran obligadas a formar parte de una institución sin la expresión previa de su voluntad. Se trata de un profundo error que no permite recuperar la confianza mutua ni superar las secuelas de un divorcio entre muchas empresas, especialmente autónomos, y Cámaras, que ha durado demasiados años. Por otra parte, el Proyecto define algunos objetivos de las Cámaras que sin duda rozan al menos la confrontación con otras normas. Este es el caso de la finalidad establecida en el ámbito de la promoción de los intereses generales de las empresas. Sin duda este no es el cometido de las Cámaras, sino el de las asociaciones empresariales y de trabajadores autónomos, cada colectivo de acuerdo a su correspondiente legislación. Seguir por este camino tan solo bipolariza la representación de intereses y crea malentendidos de difícil solución. También el Proyecto abre la puerta a que unas instituciones a las que se reconoce una carácter semipúblico, y que pueden ser objeto de los beneficios de las Encomiendas de Gestión de Servicios Públicos, compitan en el mercado de los servicios privados a las empresas, afectando con esta decisión a intereses de amplios sectores profesionales como gestores, abogados o graduados sociales, incluso en términos de cuasi monopolio y de privilegio en cuanto que son depositarias de información pública y privada de especial protección. La Comisión Nacional de la Competencia ya advirtió antes de la aprobación del Proyecto de Ley sobre estos delicados aspectos, tanto por lo que se refiere a la adscripción obligatoria, como en la articulación de la oferta de servicios. Al menos, el proyecto, en la medida que obliga a cientos de miles de trabajadores autónomos a estar adscritos a las Cámaras, debería haber articulado un modelo de participación suficiente, pero tampoco ha sido así. Aunque el informe adjunto al Proyecto de Ley indica literalmente que "en España hay más de tres millones de autónomos, de los cuales 1,9 millones son empresarios autónomos personas físicas, cuya representación ostentan las organizaciones de autónomos", sin embargo este reconocimiento solo se convierte en una mínima representación de dos miembros en el Pleno de la Cámara de España y uno en su Comisión Ejecutiva, lo que es un parco referente para el resto de la legislación autonómica futura que deberá regular la composición de las Cámaras territoriales. Se pierde pues una buena oportunidad para que todo el sector empresarial en sus diferentes vertientes hubiera coincidido en hacer de estas instituciones una herramienta práctica y asumida por todos y para todos.