L a tasa de crecimiento económico de China se desaceleró en el segundo trimestre de este año al 7,5 por ciento interanual, de 7,7 por ciento en el período enero-marzo, en línea con los pronósticos de los economistas chinos de los últimos meses. En el inicio de 2013, en cambio, los economistas -tanto en el país como en el extranjero- eran mucho más optimistas sobre las perspectivas de crecimiento chino. ¿Qué fue lo que cambió? El crecimiento de China mostró un patrón cíclico en las últimas dos décadas. Inmediatamente después del colapso de Lehman Brothers en septiembre de 2008, China dio a conocer un paquete de estímulo de 4 billones de yuanes (650.000 millones de dólares). La economía se recuperó rápidamente, y la tasa de crecimiento anualizada trepó a 12,1 por ciento en el primer trimestre de 2010. A fin de frenar una burbuja inmobiliaria y evitar un aumento de la inflación, el Banco Popular de China (PBOC por su sigla en inglés) ajustó la política monetaria en enero de 2010. Luego, para detener la resultante pérdida de impulso económico, el PBOC distendió la política monetaria en noviembre de 2011. La mayoría de la gente creyó que, una vez más, se restablecería de inmediato el crecimiento rápido. Pero la recuperación recién se produjo en el cuarto trimestre de 2012. Peor aún, en lugar de permitir un impulso económico renovado, la tasa de crecimiento cayó en el segundo trimestre de 2013 y los principales pronosticadores hoy están revisando hacia abajo sus proyecciones de crecimiento para todo el año. Por supuesto, si el gobierno chino así lo quisiera, la tasa de crecimiento de China en 2013 todavía podría superar el 8 por ciento. Pero los nuevos líderes del país no quieren que el crecimiento se produzca a expensas de un ajuste estructural, que se ha demorado demasiado tiempo. Parece que el gobierno ha establecido un piso para el crecimiento; hasta que no se alcance ese piso, no habrá más estímulo fiscal o monetario. Sin embargo, la reticencia del nuevo liderazgo a intervenir para fomentar el crecimiento es sólo una parte de la historia de la actual desaceleración de China. Sucedió algo más fundamental, que debilitó la posibilidad del gobierno de estimular la economía. En particular, a pesar de que la tasa de crecimiento anualizado en el primer trimestre de 2013 cayó muy por debajo de la tasa de crecimiento promedio de los últimos 30 años, el incremento anual del índice de precios al consumidor alcanzó 3,2 por ciento en febrero, el nivel más alto en diez meses, mientras que los precios de las viviendas han venido aumentando sin tregua. El crecimiento más lento y la mayor inflación en la fase expansionista del ciclo económico (comparado con los ciclos anteriores) reflejan un cambio macroeconómico esencial. Durante muchos años, la curva Phillips de China -la relación inversa histórica entre inflación y desempleo- se mantuvo bastante chata, lo que significaba que cuando el gobierno utilizaba políticas monetarias y fiscales expansionistas para fomentar el crecimiento, no tenía que preocuparse demasiado por la inestabilidad de los precios. La rotación hacia la izquierda de la curva de Phillips de China surge de muchos cambios estructurales importantes. Primero, como resultado de los cambios demográficos y sociales, el costo salarial marginal de la producción y los niveles de salarios mínimos han aumentado significativamente. Segundo, debido a que las preocupaciones ambientales son cada vez más generalizadas, las empresas -especialmente aquellas con instalaciones de producción flamantes- han estado gastando desenfrenadamente. Tercero, la explotación incesante de los recursos ha hecho que los precios de la energía y las materias primas aumentaran rápidamente. Cuarto, el desarrollo febril del sector de bienes raíces en toda China sigue empujando los precios de la tierra a nuevos picos. Quinto, como resultado de décadas de crecimiento compensatorio, China se está acercando en muchas áreas a la frontera tecnológica y la ventaja del que llega tarde está menguando, lo que significa que la productividad marginal de su capital social también se está achicando. Después de tres décadas de crecimiento, el gigante chino tiene que desacelerar. Pero nadie debería apostar a una crisis económica china en el futuro inmediato. China ha enfrentado cosas mucho peores y salió del paso.