F lexible. Ésta es la palabra mágica que Elena Salgado y el Gobierno han encontrado, ahora, para contraponer a la productividad de Angela Merkel. Se trata de que las empresas puedan desvincularse de las subidas salariales fijadas en los convenios generales en función de la situación económica de cada una. Y razonable sí es. Pero digo yo que, para eso, sería más efectivo, saludable y democrático que los convenios generales fueran meramente orientativos, que la adhesión a los mismos fuera voluntaria evitando así el recurso a los descuelgues, y que se acabara, por fin, con el maremágnum de convenios provinciales, autonómicos y de sector para reducirlos al mínimo común. Pero claro, aquí, con los sindicatos y la patronal hemos topado, donde las federaciones locales no quieren renunciar a la única justificación de su poder y su existencia, por más que eso suponga mantener anacronismos y complejidades. Y es que, a lo mejor , antes que hacer una reforma laboral deberíamos reformar primero a los agentes sociales que negocian la reforma. Es una idea.F lexible. Ésta es la palabra mágica que Elena Salgado y el Gobierno han encontrado, ahora, para contraponer a la productividad de Angela Merkel. Se trata de que las empresas puedan desvincularse de las subidas salariales fijadas en los convenios generales en función de la situación económica de cada una. Y razonable sí es. Pero digo yo que, para eso, sería más efectivo, saludable y democrático que los convenios generales fueran meramente orientativos, que la adhesión a los mismos fuera voluntaria evitando así el recurso a los descuelgues, y que se acabara, por fin, con el maremágnum de convenios provinciales, autonómicos y de sector para reducirlos al mínimo común. Pero claro, aquí, con los sindicatos y la patronal hemos topado, donde las federaciones locales no quieren renunciar a la única justificación de su poder y su existencia, por más que eso suponga mantener anacronismos y complejidades. Y es que, a lo mejor , antes que hacer una reforma laboral deberíamos reformar primero a los agentes sociales que negocian la reforma. Es una idea.F lexible. Ésta es la palabra mágica que Elena Salgado y el Gobierno han encontrado, ahora, para contraponer a la productividad de Angela Merkel. Se trata de que las empresas puedan desvincularse de las subidas salariales fijadas en los convenios generales en función de la situación económica de cada una. Y razonable sí es. Pero digo yo que, para eso, sería más efectivo, saludable y democrático que los convenios generales fueran meramente orientativos, que la adhesión a los mismos fuera voluntaria evitando así el recurso a los descuelgues, y que se acabara, por fin, con el maremágnum de convenios provinciales, autonómicos y de sector para reducirlos al mínimo común. Pero claro, aquí, con los sindicatos y la patronal hemos topado, donde las federaciones locales no quieren renunciar a la única justificación de su poder y su existencia, por más que eso suponga mantener anacronismos y complejidades. Y es que, a lo mejor , antes que hacer una reforma laboral deberíamos reformar primero a los agentes sociales que negocian la reforma. Es una idea.