Las empresas españolas empiezan a registrar problemas con sus operaciones en Latinoamérica. Poco a poco los gobiernos de gran parte de los países que conforman esta región están modificando sus políticas económicas. Así, empiezan a escorarse hacia lo que se conoce como nacionalismo económico, es decir, una estrategia que favorece a las empresas nacionales y aumenta los ingresos de las arcas públicas en detrimento de los intereses empresariales extranjeros, y por tanto de la inversión y el empleo. No es en absoluto una política recomendable, ya que crea una situación de inseguridad jurídica y espanta a las empresas que potencialmente pudieran invertir en estas regiones, puesto que se trata de un cambio de reglas de juego con el que las empresas extranjeras, rodeadas de un áurea de 'invasoras que se llevan la riqueza del país', tienen siempre las de perder. Afecta así al desarrollo económico y a la creación de empleo y, por extensión, al poder adquisitivo y bienestar social. El resultado es que muchas importantes empresas de sectores estratégicos, como Repsol-YPF en el energético, ven peligrar la rentabilidad de sus operaciones y, por tanto, su viabilidad en estos mercados. La más afectada está siendo uno de los buques insignia de las multinacionales españolas, es decir, Telefónica, que está viendo problemas con sus intereses en mercados donde obtiene un tercio de sus ingresos, bien por efecto de regulaciones tarifarias desfavorecedoras, bien por la creación de campeones nacionales y competencia desleal. Las empresas, nacionales o extranjeras, son los cimientos sobre los que se asienta el desarrollo económico de un país, y en esta región están siendo dinamitados.