El presidente de Endesa se ha despachado a gusto en su última intervención ante la junta de accionistas, tocando dos aspectos trascendentales de su actividad empresarial en relación con el Gobierno. En primer lugar, la seguridad personal, en clara alusión a la sospechosa presencia de miembros del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) en las proximidades de su domicilio, en Madrid. Y en segundo lugar, en la necesidad de entrada de capital extranjero en las empresas españolas, algo que si no es controlado en los sectores denominados estratégicos, también puede afectar a la seguridad, esta vez del Estado. Y esto último parece que si es un objetivo a detectar por la Inteligencia.Pizarro metió el dedo en la llaga cuando pidió seguridad jurídica para su seguridad personal y para las inversiones extranjeras. La historia se repite y es necesario recordar la vieja pregunta de ¿quién controla al controlador?Porque, a veces los que mandan en la Inteligencia civil y militar son tan chapuceros que ni siquiera son capaces de coordinar a todos los servicios de inteligencia. Algunas de estas chapuzas se han publicado, y otras no, pero los espías que se relacionan con periodistas siempre cuentan historias en las que se cruzan con colegas de otros servicios con quienes están a punto de liarse a tiros. Sin olvidar las dificultades que imprimen determinados servicios de seguridad privados, que actúan como auténticos servicios de contrainteligencia. Cuestan mucho dinero y deben, al menos, de dar la sensación de eficacia ante quienes les pagan.Pero ¿quién controla a los servicios de Inteligencia que actúan en España? ¿quién y como se coordinan? En materia antiterrorista, el Ministerio del Interior mantiene desde siempre la coordinación con el CNI y la seguridad privada, que recibe mucho dinero por las escoltas de objetivos terroristas. En el exterior y en lo militar, es el CNI. Pero, en las materias empresariales estratégicas, ¿están informados los jueces de todo lo que se investiga ante hipotéticas sospechas? ¿Tendrá razón Pizarro? No nos engañemos; la información es poder, y además da mucho dinero.