Todos han ganado, ninguno pierde. Nunca esta afirmación, a menudo utilizada como contraestrategia de marketing político, fue más cierta. O lo que es lo mismo, el domingo no hubo ni vencedores claros ni perdedores rotundos, salvo en casos concretos y no extrapolables a unos comicios generales. Por eso, unos y otros tienen parte de razón al no querer ceder terreno al adversario en la lucha por la victoria dialéctica. El domingo se produjo un empate técnico y, sólo atendiendo a la tendencia, es viable hacer conjeturas sobre lo que pueda ocurrir en las próximas elecciones generales. Como ya ocurriera en Francia, las autonómicas y municipales celebradas en España refuerzan una realidad incuestionable: ya no se producen vuelcos electorales. Cada vez más el centro político va ganando fuerza y es, en ese millón y medio de votos, donde se deciden las elecciones. Precisamente por ello, las principales formaciones políticas deberían considerar que cuanto más alejen sus postulados de esa fina línea, peor posicionados estarán en la lucha por alcanzar la Presidencia del Gobierno. Entre todas las lecturas, cabe destacar cinco: Madrid, Navarra, Cataluña-País Vasco, Baleares-Comunidad Valenciana y Andalucía. La Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento han infligido un severo correctivo al Partido Socialista. Los populares han logrado una victoria histórica en un feudo emblemático gracias a Miguel Sebastián. El candidato a la alcaldía, desubicado y sitiado por los escándalos, se ha convertido en el peor enemigo de los socialistas de Madrid, frente a un Partido Popular que ha desplegado a su Armada Invencible, la mejor cantera de políticos, que han demostrado estar listos para saltar con todas las garantías a la política nacional cuando sea preciso. Por su parte, los socialistas han tenido en el País Vasco y Cataluña su gran triunfo. Su avance local, en detrimento de los nacionalistas y del propio Partido Popular, supone un balón de oxígeno a la cuestionada política territorial y antiterrorista de José Luis Rodríguez Zapatero. Un resultado que, junto a la irrupción con gran fuerza de la izquierda abertzale en los ayuntamientos tras su legalización, podría abrir la puerta a un eventual pacto PP-PNV-CIU de cara a las próximas generales. Tampoco Navarra ha reservado buenas noticias para los populares-UPN. La intensa movilización llevada a cabo por la derecha en aquella comunidad se ha saldado con una victoria insuficiente para gobernar. El Partido Socialista tiene ahora la última palabra, una decisión que retratará su estrategia de alianzas para lo que resta de legislatura. Por el contrario, otra de las grandes noticias que han recibido en la madrileña calle Génova ha llegado desde Andalucía, el tradicional vivero de votos socialistas. Una de las comunidades clave en el resultado de los comicios generales parece que ha empezado tímidamente a romper la hegemonía del Partido Socialista, tras un avance muy significativo del Partido Popular en todas las capitales de provincia. Por último, el importante avance popular en la Comunidad Valenciana y la victoria en Baleares, han neutralizado la estrategia de los socialistas diseñada para contrarrestar lo que se perfilaba, y finalmente se ha producido, una abultada derrota en Madrid. Además, desde Valencia, Francisco Camps se suma, con este resultado, a la terna llamada a suceder a Mariano Rajoy. La realidad es que, de uno y otro lado, hay argumentos para estar satisfechos. Sin embargo, como hoy publica elEconomista, Zapatero habría ordenado dejar todos los proyectos legislativos concluidos en septiembre. ¿Se trata de un aviso de adelanto electoral? La no comparecencia del presidente del Gobierno el domingo y las noticias sobre unos comicios anticipados hacen pensar que se ha producido un cambio de tendencia que preocupa en Ferraz. Adelantar las elecciones sería una forma de evitar que el retroceso del PSOE fuese insalvable. Después, los pactos harán el resto.